Este blog está optimizado para una resolución de pantalla de 1152 x 864 px.

Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

8 de febrero de 2009

El pequeño Mundo de Don Camilo (16)


por Giovanni Guareschi

Capítulo 16

El Vengador





LEGÓ el Flaco en su bicicleta de carrera y frenó a la americana: proeza especial que consiste en saltar del asiento hacia atrás y quedar cabalgando sobre la rueda. Don Camilo, que estaba leyendo el diario, sentado en un banco delante de la casa parroquial, levantó la cabeza.
–¿Es Stalin el que te da los pantalones? –le preguntó tranquilamente.
El Flaco le alargó una carta, se tocó con el índice la visera de la gorra, montó en la bicicleta y, antes de doblar la esquina, se volvió y gritó de pie en los pedales:
–¡Me los da el papa! Luego disparó con la velocidad del rayo.
Don Camilo esperaba esa carta. Se trataba de la invitación a la ceremonia inaugural de la "Casa del Pueblo", con programa anexo de los festejos. Discursos, informes, banda, refrescos, y por la tarde un Gran encuentro de pugilato entre el campeón del Comité local, peso máximo, camarada Mirko Bagotti, y el campeón de la Federación Provincial, peso máximo, camarada Anteo Gorlini.
Don Camilo fue a referir esto al Cristo del altar.
–Señor – exclamó después de haberle leído el programa, – ¡esto es una deshonestidad! Si Peppone no fuese el último villano, habría puesto en el programa, no una trompeadura, sino el partido de desquite entre el Gallardo y el Dynamo. Así que yo ahora...
–Ahora ni sueñes siquiera en ir a cantarle cuatro frescas como desearías, pues no tienes razón – le interrumpió el Cristo. – Era lógico que Peppone procurara hacer algo distinto de lo que tú hiciste. En segundo lugar, era lógico que Peppone no se expusiera a inaugurar su casa con una derrota. Aun en el supuesto de que su campeón llegara a perder, la cuestión no tendría importancia: camarada el uno tanto como el otro, las cosas quedan en familia. Una derrota sufrida por su equipo resultaría perjudicial para el prestigio de su partido. Don Camilo, tú debes admitir por lo tanto que Peppone no podía incluir un encuentro con tu equipo.
–Sin embargo –exclamó don Camilo, – en mi programa hubo un torneo con su equipo. ¡Y también he perdido!
–Don Camilo – rebatió el Cristo con dulzura – tú no representas un partido. Tus muchachos no defendían los colores de la Iglesia, defendían simplemente el prestigio de un equipo deportivo que por una feliz combinación se ha formado a la sombra de la iglesia parroquial. ¿O crees acaso que la del domingo fue una derrota de la religión cristiana?
*****
Para leer el capítulo completo haga click sobre la imagen.

0 comentarios: