Este blog está optimizado para una resolución de pantalla de 1152 x 864 px.

Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

9 de abril de 2009

Principios económicos de la nueva Constitución




Discursos del Dr. Antonio de Oliveira Salazar



CAPITULO IX


Principios económicos de la nueva Constitución






Este discurso, pronunciado en el domicilio de la Unión Nacional el dia 16 de Marzo de 1933, puede considerarse como un complemento del de 30 de Ju­nio de 1932. El discurso estaba destinado a la ciudad de Oporto, a donde fue transmitido por la radio. En él se encuentran muchas de las pricipales lineas direc­tivas del pensamiento de Oliveira Salazar.


La crisis del pensamiento económico


s hoy el día siguiente al de la catástrofe del dólar, estamos a poco más de un año de la caída de la libra, y probablemente en víspera del desmoronamiento de casi todo lo que aún apa­renta estar en pie. Fenómenos de tal gravedad como éstos serían bastantes para llenar un si­glo, si diversos acontecimientos extraordinarios sucediéndose en plazos cortísimos, no hubiesen embotado nuestra sensibilidad.
Vemos cómo se quiebran, unas tras otras, las orgullosas cons­trucciones económicas de nuestro tiempo: la política de los cartels poderosos, la política de los trusts formidables, la política de los salarios altos, la política de la sobreproducción, la polí­tica del crédito superabundante, la política de las valoraciones artificiales, la política de los grandes gastos públicos, la política de los con­sumos excesivos, la política de los nacionalis­mos exclusivistas, la política del Estado policía que no hace nada, y la política del Estado productor que pretende hacerlo todo.
En to­dos los climas y en todos los continentes, las medidas más opuestas, las orientaciones más encontradas, producen sólo ruinas; en las fi­nanzas públicas, en el crédito, en los capitales, en la propiedad, en los salarios, en el mundo del trabajo se amontonan los escombros en una devastación sin igual. Parece que nunca hubo tanta desgracia ni tanta miseria, y ni siquiera han podido huir de ellas los que creían poder desafiar al mundo con la extensión de sus terri­torios y las montañas de oro de sus riquezas. El momento económico y social no puede estar más perturbado, ni puede ser más oscuro.
¿Y precisamente cuando aún no se adivina la luz que ha de alumbrar los tiempos nuevos, es cuando los hombres del gobierno van a lanzar en el proyecto de Constitución las grandes lí­neas de la construcción futura? Muchos lo juz­garán osado; no pocos lo creerán, al menos, pre­maturo. Pues bien, yo que en los momentos de alucinación colectiva temo más a los remedios que a los males, creo que es éste el momento oportuno de trazar en esta pequeña casa portu­guesa, cuyos intereses a nadie importarán en el mundo más que a nosotros, las grandes líneas directivas de su gobierno, los principios funda­mentales de su estructura económica, el espí­ritu, por así decir, de su actividad y de su tra­bajo. La fase aguda de la presente crisis está a punto ciertamente de pasar, como antes de ésta pasaron otras que parecía que el mundo no era capaz de resistir. Pero una cosa son los sínto­mas que pueden desaparecer, y otra la dolencia profunda que mina la vida económica y social, que multiplica las crisis y las hace cada vez más violentas y más devastadoras, que engen­dra este malestar permanente, que amenaza en ciertos momentos todo lo que la Humanidad ha acumulado en siglos de trabajo como beneficios de la civilización.

***********
Para leer el discurso completo haga click sobre la imagen del estadista.

0 comentarios: