principios del segundo milenario cristiano, cuando la razón de Estado unía en enlace matrimonial a los vástagos de las familias regias de los países más distantes, una joven doncella, hermosa de cuerpo y más aún de alma, nacida en Hungría, fue llevada a Inglaterra, donde la Providencia le preparaba el camino de la santidad mediante su enlace con el rey de Escocia, uniendo santamente durante treinta años lo espiritual con lo temporal, como esposa, como madre y como reina.
Consideraremos los elementos históricos que de su vida poseemos: su estirpe y nacimiento; su educación y carácter; su piedad; circunstancias que la llevaron a abrazar el estado del matrimonio; su perfección en ese estado: su actuación como reina; sus virtudes heroicas y su culto, canonización y reliquias.
Fue Santa Margarita nacida de regia estirpe, y, aunque esto no supone nada respecto de su santidad, sí aumenta el mérito de su humillación, cuanto de más alto se baja a lo más desvalido y abyecto de la sociedad. Bisnieta del rey San Eduardo, conocido en la historia por “el Confesor". Nieta de Edmundo, el llamado por su valor Iron-side ("Costado de hierro"). Hija de Eduardo, llamado Outremer ("el desterrado"), que por intrigas del intruso rey Canuto de Inglaterra no llegó a reinar. Y hermana del rey Edgaro, que llegó a ocupar el trono por la ayuda que le prestó el rey de Escocia, Malcolm, consorte de Santa Margarita.
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