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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

9 de junio de 2009

La "estupidez democrática"



por el Dr. Aníbal D´Angelo Rodriguez



tomado del Blog de Cabildo








o lo digo yo, que soy un catoniponazifascifalangista impenitente. Lo dice“Mesié” Nicolás Tenzer, que pertenece al “Centre d’etude et de reflexion pour l’action politique” y es, además, director de “Le Banquet” (que no se qué es, pero suena importante).

En efecto, en el diario “Clarín” de hace un tiempo este señor demuestra —bajo el mismo título que uso para esta notícula— que en las instituciones educativas francesas se lee mucho a Tocqueville. Todo el artículo, muy bien armado (con esa claridad que tienen los franceses cuando la tienen) es una glosa de Tocqueville y de sus advertencias “sobre los peligros que conlleva la democracia”.

La argumentación se puede sintetizar así:

1) El “poder social” que hay en una democracia ejerce una gran presión sobre todos los ciudadanos;

2) Ese poder social crea un conformismo que induce a la apatía y a la visión de corto plazo;

3) Un buen sistema educativo, con énfasis en literatura, historia y filosofía, puede luchar contra la “estupidez democrática”;

4) Pero el impedimento son los medios masivos, con su tendencia a cultivar la superficialidad y la diversión. Hasta aquí Maitre Tenzer.

Sucede que lo que no agrega este culto polígrafo es que la educación actual pone el énfasis en el conocimiento científico y en las técnicas y habilidades para ganarse la vida y concede espacios miserables a las humanidades que él —y Tocqueville— consideran indispensables para eludir la estupidez democrática. Es más, lo poco que hay de literatura e historia queda insumido en unas “Ciencias sociales”, que son el pretexto para analizar desde afuera, con criterios supuestamente científicos, esas disciplinas.

Por eso los cuerpos electorales se asemejan cada vez más a piaras que mastican su condumio atentas solamente a que el suministro no se interrumpa. Por eso estamos asistiendo a la posibilidad de que el jefe de la banda de ladrones sea reelecto. A muy pocos les molesta que robe (“roban, pero hacen”) o que haya hecho polvo las instituciones de la República que dicen amar. O que haya desmoralizado y destrozado las instituciones armadas. Mientras siga llegando con regularidad el pienso, todo lo demás es secundario.

¿Se ve más o menos por dónde coincidimos en el diagnóstico de estupidez el que suscribe y el director de “Le Banquet”?


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