Por el R.P. Horacio Bojorge, S.J.
Tomado de Panorama Católico
l modernismo afirmó que la revelación de Dios se da en la experiencia interior del hombre. Con esto restó importancia y hasta invalidó la revelación histórica. En esto se mostró discípulo de Kant, para quien la religión quedó relegada a la moral y dentro de los límites de la pura razón, ya que la revelación histórica no tiene, afrima Kant, fuerza de convicción universal como tiene la lógica y su fuerza racional. (Aunque no explica cómo, siendo así, sigue habiendo tanto desacuerdo entre los hombres. Desacuerdos que, según Hegel sólo se solucionan por la lógica del amo y del esclavo).
De esta manera, de la apelación de Kant a la universalidad de la razón en asuntos de fe y moral, sobreviene más tarde el recurso de los autores modernistas a la "experiencia humana", universal o compartible, como fuente de la revelación o conocimiento de Dios. De este modo se ofrecía una alternativa que se consideraba ventajosa frente a la fe, y que aconsejaba dejarla de lado, como algo que divide a los hombres y es causa de desacuerdo. La fe separa a los creyentes de los demás hombres y no puede ser fundamento de un acuerdo universal sobre la base de una experiencia humana universal. De esta visión modernista de cuño y origen kantiano fueron derivando en estos cien años muchísimos frutos, efectos y consecuencias. Dado que estos frutos y efectos se presentan en sus formas corrientes de "sentido común instalado", ya no se percibe cuáles son sus orígenes y hacia dónde conducen. Ni es fácil a veces percibir su incompatibilidad de fondo con la fe y la espiritualidad católica.
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De esta manera, de la apelación de Kant a la universalidad de la razón en asuntos de fe y moral, sobreviene más tarde el recurso de los autores modernistas a la "experiencia humana", universal o compartible, como fuente de la revelación o conocimiento de Dios. De este modo se ofrecía una alternativa que se consideraba ventajosa frente a la fe, y que aconsejaba dejarla de lado, como algo que divide a los hombres y es causa de desacuerdo. La fe separa a los creyentes de los demás hombres y no puede ser fundamento de un acuerdo universal sobre la base de una experiencia humana universal. De esta visión modernista de cuño y origen kantiano fueron derivando en estos cien años muchísimos frutos, efectos y consecuencias. Dado que estos frutos y efectos se presentan en sus formas corrientes de "sentido común instalado", ya no se percibe cuáles son sus orígenes y hacia dónde conducen. Ni es fácil a veces percibir su incompatibilidad de fondo con la fe y la espiritualidad católica.
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