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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

24 de junio de 2009

Concepción Católica de la Política (11 y último)





por el R.P. Julio Meinvielle






Copia escaneada de la tercera edición reproducida en la Colección “Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino”, volumen 3º, editado en Bs. Aires en el año 1974. Al final se agregan como Apéndices (incluidos también en el volumen citado) varios trabajos del autor relacionados con el tema y un ensayo sobre Maurras)








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EL ESTADO Y LA ECONOMIA

a economía no pertenece al sector público sino al privado de la vida social. En consecuencia, relaciones de obreros y empresarios en la unidad de una empresa, de una empresa con otra, de unas ramas de la producción con otras, todo esto pertenece al sector privado, porque se trata de las relaciones de una parte con otra dentro del organismo social. El Estado puede y debe intervenir, pero no como una parte, sino desde fuera, desde otro plano, como poder regulador que establece la legislación que condiciona el ámbito de la justicia dentro del cual se han de mover las partes.

El liberalismo ha negado o restringido toda intervención del Estado en la economía. El socialismo, por el contrario, ha hecho de la economía una actividad esencialmente pública y estatal. Una y otra posición son equivocadas. Si hay que afirmar contra el socialismo el carácter privado de la actividad económica, es también necesario asentar contra el liberalismo la necesaria regulación del poder público. Esta es tanto más indispensable cuanto en la actividad económica se desarrolla una lucha de intereses que hace difícil la supervivencia de los sectores más débiles. Si se da libertad absoluta a las fuerzas que intervienen en el proceso económico, las más poderosas devorarán a las inferiores. Aquí no hay un problema tan sólo de justicia. Lo hay también, pero no únicamente. Existe un problema de funcionamiento de la economía. Sabido es que en economía unos sectores interdependen recíprocamente de otros. Así, por ejemplo, la clase que recibe sueldos y salarios depende de la clase empresaria, que busca el hacer mayores sus beneficios. Esta clase, aguijoneada por el aumento de sus beneficios, puede estar tentada de reducir los sueldos y salarios de los obreros y empleados. Pero a la larga, comprimido el volumen de sueldos y salarios, redúcese también el consumo, ya que la masa de asalariados constituye la masa de consumidores. Sin ventas regulares y continuas, las empresas no pueden asegurar su funcionamiento, con lo que el proceso regular de la economía se deteriora. Y, a la postre, se detiene. Las célebres crisis periódicas se hicieron tan violentas durante el capitalismo liberal por haberse agudizado el desajuste entre los diversos grupos que intervienen con interdependencia en el proceso económico.
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