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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

22 de junio de 2009

Evolución y fraude




por el Dr. Enrique Díaz Araujo


Tomado de Mikael Nº 7
Revista del Seminario de Paraná
Primer cuatrimestre de 1975




"Una prehistoria podrida de hipótesis y llena de viento".
Charles Maurras. (Revue Universelle, 15-1-1921, p. 16).



volucionismo y fraude han ido siempre asociados. Aclaremos que por "evolucionismo" se entiende la teoría —defendida como tesis comprobada— de la descendencia humana por vía del transformismo de todas las especies. Y por fraude se alude a los hechos ilícitos de las falsificaciones científicas y a las falsedades ideológicas; en estas últimas se cae, cuando a una mera hipótesis de trabajo se la presenta como una verdad demostrada, o se insiste en exhibir su validez cuando la experimentación la ha desmentido.

El evolucionismo, que ha abarcado todas las disciplinas vinculadas al estudio de la naturaleza, ha hecho especial hincapié en el análisis del pasado ancestral, en la paleontología y la prehistoria. Y nunca se ha caracterizado en exceso por la seriedad de sus conclusiones. Es el mismo gran maestro del evolucionismo contemporáneo, Pierre Teilhard de Chardin, quien afirma: "hubo un tiempo en que la Prehistoria merecía ser objeto de sospechas o burlas'' (1).

Ese tiempo ha continuado.


1. LOS ESLABONES DE LA TEORÍA EVOLUCIONISTA

El proceso comienza ya con el primer divulgador del evolucionismo darwinista, el zoólogo de la Universidad de Jena, Ernest Haeckel.

Como es sabido, el difundido autor de "los enigmas del Universo" fue quien acuñó la expresión "monismo" para referirse a la teoría de la significación unitaria del universo en sus tres reinos naturales. Él fue quien popularizó la denominada "ley biogenética fundamental" (por la cual la "ontogenia" —desarrollo de! embrión animal a partir del huevo- sería la "recapitulación" —reproducción abreviada— de la "filogenia" — desarrollo de las especies a través de las eras geológicas — ). Fue él quien exhibió con lujo de detalles los primeros "árboles filogenéticos", para explicar la transformación histórica de las especies, partiendo de la materia inerte hasta el hombre. Así aseguraba la unidad de la naturaleza ("ley biofísica") y su conexión causal (el determinismo riguroso).

Además proponía la existencia de un "missing-link" (eslabón que falta, según Darwin), el llamado "Pithecanthropus" (piteco, mono, antropos, hombre).

Su principal tarea, fuera de la exposición del esquema reseñado, fue tratar de encontrar esa primitiva forma común (el "phyllum" de todas las especies). Así habló de la "mónera", como una ameba sin núcleo. En su "Histoire de la création naturelle", anunciaba que "estas móneras son sólo pequeños grumos mucilaginosos, móviles y amorfos, constituidos por una substancia carbonada albuminoide" (p. 134). El lector pensará, lógicamente que Haeckel disponía de alguna prueba de la existencia de las tales "móneras". Pues no. Y como en los congresos internacionales a los que asistió se lo hicieron notar con cargosa insistencia, él se dio en fabricar sus pruebas. "Llegó al extremo de alterar las reproducciones de algunos preparados, con el fin de dar una base más evidente a sus afirmaciones" (2). Pero sólo consiguió una cosecha renovada de burlas y sarcasmos.
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