por el Dr. Aníbal D´Angelo Rodríguez
Visto y tomado de Cabildo
l Discípulo: Maestro, leo en “Apostar por la muerte”, el libro de Vittorio Messori que Usted me recomendó…
El Maestro: Advirtiéndote que es más bien un libro para viejos. Como lo es el también recomendable “32 de Diciembre” de José María Cabodevilla. Ambos editados por la BAC (Biblioteca de Autores Cristianos), meritoria empresa.
El Discípulo: Lo abordé recordando su advertencia y en efecto veo que tengo que hacer un esfuerzo para interesarme en el tema del libro…
El Maestro: Que es la muerte y las postrimerías. Mientras que los viejos no necesitamos hacer ese esfuerzo. Para nosotros la muerte está siempre presente en el pensamiento, como una novia en la juventud.
El Discípulo: Bueno, leyendo el libro de Messori me tropiezo con este párrafo, que le leo: “La realidad es la de sociedades que se distinguen por la prepotencia de ideologías no cristianas. Quien se asoma a la vida, quien no tiene ninguna experiencia y está, por tanto, desarmado por completo, bien difícilmente (desde el punto de vista humano, se entiende) puede hacer frente a esa violencia; porque, además, frecuentemente ésta se esconde tras apariencias deslumbrantes y apetecibles. Sólo después de haber desenvuelto los muchos papeles dorados que envuelven el paquete, se puede descubrir la serpiente que contiene”. Y luego, unas líneas más adelante: “Ahora, para la mayoría, la frágil plantita de la fe, aun cuando prenda, es sofocada a menudo por el incesante bombardeo de señales y de llamadas contrarias”. Me pareció una excelente descripción del mundo que tenemos que afrontar los jóvenes…
El Maestro: A quienes está obviamente dirigida la advertencia: “Quien se asoma a la vida, quien no tiene ninguna experiencia…” Observá que la primera frase se refiere al que es simplemente joven. Una cuestión de cronología. Pero en la segunda, “quien no tiene ninguna experiencia”, ya está hablando de otra cosa. De los jóvenes de hoy que, por haber roto con la tradición, son páginas en blanco, sin ningún principio ni fundamento. En cambio, el muchacho que ha crecido en un buen hogar cristiano sí tiene experiencia. La de sus mayores, que él ha recibido por tradición.
........................................................El Maestro: Advirtiéndote que es más bien un libro para viejos. Como lo es el también recomendable “32 de Diciembre” de José María Cabodevilla. Ambos editados por la BAC (Biblioteca de Autores Cristianos), meritoria empresa.
El Discípulo: Lo abordé recordando su advertencia y en efecto veo que tengo que hacer un esfuerzo para interesarme en el tema del libro…
El Maestro: Que es la muerte y las postrimerías. Mientras que los viejos no necesitamos hacer ese esfuerzo. Para nosotros la muerte está siempre presente en el pensamiento, como una novia en la juventud.
El Discípulo: Bueno, leyendo el libro de Messori me tropiezo con este párrafo, que le leo: “La realidad es la de sociedades que se distinguen por la prepotencia de ideologías no cristianas. Quien se asoma a la vida, quien no tiene ninguna experiencia y está, por tanto, desarmado por completo, bien difícilmente (desde el punto de vista humano, se entiende) puede hacer frente a esa violencia; porque, además, frecuentemente ésta se esconde tras apariencias deslumbrantes y apetecibles. Sólo después de haber desenvuelto los muchos papeles dorados que envuelven el paquete, se puede descubrir la serpiente que contiene”. Y luego, unas líneas más adelante: “Ahora, para la mayoría, la frágil plantita de la fe, aun cuando prenda, es sofocada a menudo por el incesante bombardeo de señales y de llamadas contrarias”. Me pareció una excelente descripción del mundo que tenemos que afrontar los jóvenes…
El Maestro: A quienes está obviamente dirigida la advertencia: “Quien se asoma a la vida, quien no tiene ninguna experiencia…” Observá que la primera frase se refiere al que es simplemente joven. Una cuestión de cronología. Pero en la segunda, “quien no tiene ninguna experiencia”, ya está hablando de otra cosa. De los jóvenes de hoy que, por haber roto con la tradición, son páginas en blanco, sin ningún principio ni fundamento. En cambio, el muchacho que ha crecido en un buen hogar cristiano sí tiene experiencia. La de sus mayores, que él ha recibido por tradición.
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