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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

2 de julio de 2008

Chesterton en la Evangelización de la Cultura


por Inés Futten de la Colina de Cassagne,
Dra. en Filosofía y Letras (UBA),
Profesora de Literatura y Cristianismo(UCA).

Que Chesterton ha hecho una contribución formidable en orden a la evangelización de la cultura, en su época y hasta hoy, es evidente, y describirla nos llevaría horas. En este marco coloquial de pocos minutos, elegí referirme a La Esfera y la Cruz (The Ball and the Cross) y también a Hombrevida, porque las estoy leyendo y comentando, pormenorizadamente, con alumnos en varios grupos, y así voy a hablar de experiencias concretas actuales. Esta modalidad –leer lento- se me impone ya que las obras se ofrecen como caminos a recorrer, en los cuales a cada paso nos esperan tesoros de sugerencias y así es necesario detenernos para recogerlas.
Por ejemplo, el protagonista de Hombrevida nos grita:
“¡Déjense de comprar y vender y empiecen a mirar! Abran los ojos y amanecerán en la Nueva Jerusalén.” (HV p.55)
Este clamor nos interpela y nos reclama, tal como el Evangelio que dice: “Mirad lo lirios del campo, que hoy florecen y mañana se marchitan.....y ni Salomón en su mayor esplendor se vistió como uno de ellos......” Es una llamada a contemplar las bellezas de la Creación. Esta creación, en que –como subraya Pablo (Rom 1), desde el principio del mundo fue posible descubrir la mano de Dios, su omnipotencia y divinidad; y más: estas creaturas presentes en que ya ha obrado la redención de Jesucristo, y por ello, ya está incoada la “Nueva Jerusalén” (Apoc.21). Y Chesterton insiste en este sentido: “¿No ven ustedes que todo aquí parece una joya?” Insiste y recalca:

“Todo aquello que reluce,
todo aquello es oro:
aquel árbol y esta torre,
y esos bronces, todo.
Aire de oro vespertino
Rueda en césped de oro.....” (HV, p.56)

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