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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

11 de julio de 2008

El problema del Dolor. III. La Bondad Divina


por C. S. Lewis



El amor puede tolerar y el amor puede perdonar... pero jamás puede conciliarse con un objeto no amable... Por lo tanto, Dios no puede conciliarse con tu pecado, porque el pecado en sí es incapaz de sufrir alteración; pero Él sí puede conciliarse con tu persona, porque ésta puede ser sanada.

TRAHERNE. Centuria of Meditations, II, 30.

Toda reflexión acerca de la bondad de Dios presenta de inmediato el siguiente problema.

Por una parte, si Dios es más sabio que nosotros, su juicio debe diferir del nuestro en muchos aspectos, y no menos con respecto al bien y al mal. Lo que nos parece bueno puede, por lo tanto, no ser bueno a sus ojos; y lo que nos parece malo, puede no serlo.

Por otra parte, si el juicio moral de Dios difiere en tal forma del nuestro que aquello que para nosotros es "negro" puede para Él ser "blanco", el que lo llamemos bueno significa absolutamente nada, ya que decir "Dios es bueno" y al mismo tiempo afirmar que su bondad es completamente diferente a la nuestra, es realmente sólo decir "Dios es, no sabemos qué". Y, una cualidad completamente desconocida de Dios no puede darnos un fundamento moral para amarle y obedecerle. Si Él no es (en nuestro sentido) "bueno", le obedeceremos-si es que lo hacemos- solamente por miedo, y deberíamos estar igualmente dispuestos a obedecer a un espíritu malévolo omnipotente. La doctrina de la depravación total -cuando se llega a la conclusión que, ya que somos completamente depravados, nuestra idea del bien vale simplemente nada- puede convertir el cristianismo en una forma de culto al demonio.

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