por el R.P. Alfredo Sáenz, S.J.
Capítulo V de su libro Arquetipos Cristianos.
Isabel es un arquetipo de estadista difícilmente superable. Y como mujer, madre, reina, fue sin fallas, ejemplar. Washington Irving, historiador norteamericano del siglo pasado, tenía razón al llamarla «uno de los más puros y hermosos caracteres de las páginas de la historia».
Como se sabe, su causa de beatificación está en trámites. La idea de llevarla a los altares nació a fines del siglo XIX. Durante un Congreso Mariano Hispanoamericano, celebrado en Sevilla en 1929, se planteó públicamente el asunto. y cuando se conmemoró el quinto centenario de su nacimiento, en 1951, el entonces Ministro de Educación visitó en el Vaticano a los dos sustitutos de Estado, Tardini y Montini, interesándolos por la incoación de la causa, que por fin se abrió en el Arzobispado de Valladolid, en 1958.
Los trabajos históricos terminaron en 1970. En 1972 tuvo lugar la apertura canónica del proceso en la Sagrada Congregación de Ritos.
Juan Pablo II tuvo la intención de beatificarla solemnemente el año 1992, con ocasión del Quinto Centenario del Descubrimiento de América. Era una gran idea. y todo un símbolo. Mas una violenta campaña logró de la Santa Sede la postergación del proyecto, según se anunció en Roma el 28 de marzo de 1991, lo que inmediatamente motivó las felicitaciones del lobby judío, especialmente de la «Anti Diffamation League of B’nai Brith». Esta liga de antidifamación ha cometido una gran difamación frente a una de las más nobles figuras de la Cristiandad.
Sin embargo nosotros, sus hijos de América, sus vasallos, la seguimos considerando como a nuestra gran Reina, y nos gozamos en llamarla Isabel la Católica, que fue el título otorgado a ella y a su marido por una bula del 9 de diciembre de 1496, en atención a su piedad, sentido de justicia, victoria sobre los infieles, defensa de la fe, y especial celo en la protección de la Iglesia.
Juan Pablo II tuvo la intención de beatificarla solemnemente el año 1992, con ocasión del Quinto Centenario del Descubrimiento de América. Era una gran idea. y todo un símbolo. Mas una violenta campaña logró de la Santa Sede la postergación del proyecto, según se anunció en Roma el 28 de marzo de 1991, lo que inmediatamente motivó las felicitaciones del lobby judío, especialmente de la «Anti Diffamation League of B’nai Brith». Esta liga de antidifamación ha cometido una gran difamación frente a una de las más nobles figuras de la Cristiandad.
Sin embargo nosotros, sus hijos de América, sus vasallos, la seguimos considerando como a nuestra gran Reina, y nos gozamos en llamarla Isabel la Católica, que fue el título otorgado a ella y a su marido por una bula del 9 de diciembre de 1496, en atención a su piedad, sentido de justicia, victoria sobre los infieles, defensa de la fe, y especial celo en la protección de la Iglesia.
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