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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

5 de septiembre de 2008

La Ciudad Antigua



Artículo enviado por María Luz López Pérez (también corresponsal voluntaria, esta vez desde España). ¡Gracias!



por Numa Denys FUSTEL DE COULANGES. (historiador francés del siglo XIX)




L. II, Cap. I: LA FAMILIA: La religión fue el principio constitutivo de la antigua familia.



Si nos trasladamos con el pensamiento en medio de las antiguas generaciones encontraremos en cada casa un altar y alrededor de cada altar una familia. Cada mañana ésta se reúne para dirigir al altar sus primeras oraciones y cada noche para invocarle por última vez. En el transcurso del día se reúne también para delante de él para la comida, que se distribuye piadosamente después de la oración y la libación; y en todos estos actos religiosos cantan en común los himnos heredados de sus padres.


Fuera de la casa, muy cerca de ella, en el campo inmediato, hay un sepulcro, que es la ulterior morada de la familia. Allí descansan juntas muchas generaciones de antepasados, sin que la muerte los haya separado; allí yacen, agrupados, formando en esta segunda existencia un núcleo indisoluble. Entre la parte viva y la muerta de la familia no hay más que algunos pasos de distancia que separan la casa del sepulcro; pero en días determinados, los vivos se reúnen alrededor de los muertos, les llevan la comida fúnebre, los rocían con leche y con vino, depositan en el altar tortas y frutas o queman para ellos la carne de un animal sacrificado. A cambio de estas ofrendas, reclaman su protección, los llaman sus dioses y les suplican que hagan el campo fértil, feliz a la casa y virtuosos a los corazones. El principio de la familia antigua no es solamente la generación, prueba de ello es que la hermana no tiene la misma importancia que el hermano. La hija casada y el hijo emancipado cesan completamente de formar parte de ella…
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