por el Dr. Aníbal D´Angelo Rodríguez
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Tomado del Blog de Cabildo
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Comencemos por recordar un argumento que está en el centro del razonamiento de un católico tradicional al considerar la edad moderna: la raíz común del liberalismo y el socialismo. Para nosotros, esto es algo tan claro e indiscutible que tendemos a darlo por probado para todo el mundo.
Pero no es así: ambas “familias” modernas se resisten a entender este hecho. Tanto socialistas como liberales suelen pasar por alto el asunto y aún, a veces, niegan llanamente que tal parentesco exista o tenga importancia.
Pues bien, pocas tesis de este tipo suelen tener lo que en las “ciencias duras” se llama “comprobaciones experimentales”. Las conclusiones de la filosofía de la historia o de sociología de la cultura rara vez se pueden “probar” como se prueba una hipótesis científica.
Precisamente el episodio Hess llena, por lo pronto, esta función: prueba acabadamente de qué manera el marxismo y el liberalismo pertenecen a una misma familia ideológica y —de paso— prueba la falsedad de la tesis de Marx de predominio de lo económico para la comprensión de la historia y —en cambio— prueba la mayor importancia de lo ideológico frente a lo económico.
En el mes de mayo de 1941 la Segunda Guerra Mundial se encaminaba a su punto cenital. Según nuestra tesis, apoyada en las explícitas manifestaciones vertidas en “Mein Kampf”, Hitler se propuso conquistar la Unión Soviética y para ello, como es lógico, comenzó por ocupar Polonia.
La inesperada intervención de Francia e Inglaterra lo obligó a adoptar medidas que alejaran el fantasma (que explicaba la derrota alemana en las Primera Guerra) de una lucha en dos frentes. Por eso en 1940 Hitler destruyó el ejército francés y el cuerpo expedicionario británico, ocupando Francia.
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Tomado del Blog de Cabildo
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Comencemos por recordar un argumento que está en el centro del razonamiento de un católico tradicional al considerar la edad moderna: la raíz común del liberalismo y el socialismo. Para nosotros, esto es algo tan claro e indiscutible que tendemos a darlo por probado para todo el mundo.
Pero no es así: ambas “familias” modernas se resisten a entender este hecho. Tanto socialistas como liberales suelen pasar por alto el asunto y aún, a veces, niegan llanamente que tal parentesco exista o tenga importancia.
Pues bien, pocas tesis de este tipo suelen tener lo que en las “ciencias duras” se llama “comprobaciones experimentales”. Las conclusiones de la filosofía de la historia o de sociología de la cultura rara vez se pueden “probar” como se prueba una hipótesis científica.
Precisamente el episodio Hess llena, por lo pronto, esta función: prueba acabadamente de qué manera el marxismo y el liberalismo pertenecen a una misma familia ideológica y —de paso— prueba la falsedad de la tesis de Marx de predominio de lo económico para la comprensión de la historia y —en cambio— prueba la mayor importancia de lo ideológico frente a lo económico.
En el mes de mayo de 1941 la Segunda Guerra Mundial se encaminaba a su punto cenital. Según nuestra tesis, apoyada en las explícitas manifestaciones vertidas en “Mein Kampf”, Hitler se propuso conquistar la Unión Soviética y para ello, como es lógico, comenzó por ocupar Polonia.
La inesperada intervención de Francia e Inglaterra lo obligó a adoptar medidas que alejaran el fantasma (que explicaba la derrota alemana en las Primera Guerra) de una lucha en dos frentes. Por eso en 1940 Hitler destruyó el ejército francés y el cuerpo expedicionario británico, ocupando Francia.
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