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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

8 de enero de 2009

Alocución de S.S. Pío XII en la canonización de S.S. San Pío X


























Gozo del Padre Santo

sta hora de espléndido triunfo, que Dios, exaltador de los humildes, ha preparado y como adelantado para sellar la ascensión maravillosa de su fiel siervo Pío X a la gloria suprema de los altares, colma nuestra alma de gozo, del cual, venerables hermanos y amados hijos, participáis vosotros tan abundantemente con vuestra presencia. Damos, pues, fervientes gracias a la divina bondad por habernos concedido el vivir este acontecimiento extraordinario; tanto más cuanto que, por vez primera quizá en la historia de la Iglesia, la formal canonización de un Papa es proclamada por quien tuvo en otro tiempo el privilegio de estar a su servicio en la Curia romana.
Fausto y memorable es este día no sólo para Nos, que lo contamos entre los más felices de nuestro pontificado, a quien por otra parte la Providencia había reservado tantos dolores y preocupaciones, sino también para la Iglesia entera, que, reunida espiritualmente en torno a Nos, exulta al unísono con una intensa emoción religiosa.

¿Qué significa para la Iglesia la santidad de Pío X?

El nombre tan querido de Pío X atraviesa en este radioso atardecer de un extremo al otro toda la tierra, pronunciado con los acentos más diversos y despertando por doquier pensamientos de celestial bondad, fuertes impulsos de fe, de pureza, de piedad eucarística; resuena como testimonio perenne de la presencia fecunda de Cristo en su Iglesia. Con generosa recompensa al exaltar a su siervo, Dios atestigua la santidad eminente por la cual, más aún que por su cargo supremo, Pío X fue durante su vida el campeón ilustre de la Iglesia y, por lo mismo, es hoy el santo dado por la Providencia a nuestra época.
Por eso deseamos que contempléis precisamente desde este punto de vista la gigantesca y dulce figura del Santo Pontífice para que, cuando las sombras de la noche hayan caído sobre esta jornada memorable y se hayan apagado las voces del inmenso hosanna, el rito solemne de su canonización permanezca como una bendición en vuestras almas y como prenda de salvación para el mundo.

Programa de su Pontificado

1. El programa de su pontificado lo anunció él mismo solemnemente con su primera encíclica (f supremi, del 4 de octubre de 1903), en la que declaraba ser su único propósito instaurare omnia in Christo (Eph. 1, 10), es decir, recapitular, volver a llevar todo a la unidad en Cristo. Pero ¿cuál es el camino que nos franquea el acceso a Jesucristo?, se preguntaba él, mirando con amor a las almas descarriadas y vacilantes de su tiempo. La respuesta, válida ayer como hoy y en los siglos venideros, es: ¡la Iglesia! Por eso su primera solicitud, mantenida sin cesar hasta la muerte, fue el hacer que la Iglesia fuese en concreto cada vez más apta y más dispuesta para llevar a los hombres hacia Jesucristo.

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