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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

29 de enero de 2009

Don Blas de Lezo y Olavarrieta


Tomado del Blog El guarida de Goyix



i visitamos la ciudad de Londres podremos ver una famosa zona de la misma llamada Portobelo, o admirar la tumba que rinde homenaje a la figura de Edward Vernon en la Abadía de Westminster, sin embargo la realidad arroja para ellos una dudosa gloria debido a las acciones de un marino español, que vergonzosamente y en paralelo ha sido olvidado tras su participación en una de las batallas más desiguales y cruentas de la Historia.



Figura 1 - Blas de Lezo y Olavarrieta


Blas de Lezo y Olavarrieta nace en Pasajes (Guipúzcoa, España) el 3 de febrero de 1689. Pertenece a una familia de nobleza baja con ilustres marinos entre sus antepasados y en un pueblo prácticamente dedicado en exclusiva a la mar. Por ello no debe extrañar que con apenas doce años, en 1701, se enrole como guardiamarina al servicio del conde de Toulouse, Alejandro de Borbón hijo de Luis XIV. Se integra en la armada francesa porque la española era apenas inexistente, la situación era calamitosa y lamentable, fiel reflejo del descalabro económico y la decadencia de los Austrias.

Tres años más tarde estallará la Guerra de Sucesión en España, al no dejar Carlos II descendencia alguna, enfrentando a Felipe de Anjou por parte francesa y al archiduque Carlos de Austria apoyado por Inglaterra, ya que esta última temía el poderío que alcanzarían los borbones en el continente. Fue frente a Vélez-Málaga, el 24 de agosto de 1704, cuando se produce la batalla naval más importante del conflicto. En dicho combate se enfrentaron 96 naves de guerra francoespañolas (51 navíos de línea, 6 fragatas, 12 galeras, 8 brulotes y otras 19 naves variadas) y 68 navíos de línea angloholandeses, sufriendo 1500 y 2700 bajas respectivamente. Blas de Lezo participó en aquella batalla a bordo del Foudroyant (104)* batiéndose de manera ejemplar hasta que una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda, teniéndosela que amputar por debajo de la rodilla. Debido al valor demostrado en aquel trance y en el propio combate, es ascendido en 1704 a Alférez de Bajel de Alto Bordo por Luis XIV y se le ofrece ser asistente de cámara de la corte de Felipe V.

Evidentemente necesitó una larga recuperación y rechazó estar en la corte, pues ambicionaba conocer la artes marineras y convertirse en un gran comandante. En 1705 vuelve a bordo y aprovisiona la asediada Peñíscola. Después de esto hostiga el comercio de Génova teniéndose que enfrentar al británico Resolution (70), que se rinde ante el marino vasco. Continúa patrullando el Mediterráneo apresando numerosos barcos ingleses realizando valientes maniobras con un arrojo impropio, tanto es así que se le premia permitiendo llevar sus presas a Pasajes, su pueblo natal. Pero enseguida es requerido por sus superiores y en 1706 se le ordena abastecer a los sitiadores de Barcelona al mando de una pequeña flotilla.

Sirviéndose de su aguda inteligencia realiza su cometido brillantemente, escapa una y otra vez del cerco que establecen los ingleses para evitar el aprovisionamiento. Para ello deja flotando y ardiendo paja húmeda con el fin crear un densa nube de humo que los protegiera, pero además carga “sus cañones con unos casquetes de armazón delgada con material incendiario dentro, que, al ser disparados prendía fuego a los buques británicos” 1. Los británicos se ven impotentes ante tal despliegue de ingenio. Posteriormente se le destaca a la fortaleza de Santa Catalina de Tolón donde toma contacto con la defensa desde tierra firme en combate contra los saboyanos. En está acción y tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una esquirla se le aloja en su ojo izquierdo, perdiendo para siempre la vista del mismo.
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Para leer la biografía completa haga click sobre la imagen del gran marino español.

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