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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

6 de marzo de 2009

6 de Marzo, Festividad de Santas Felicitas y Perpetua, Mártires




os nombres de las Santas Perpetua y Felícitas figuran de antiguo en el canon de la misa. Habían muerto en el anfiteatro de Cartago el año 203. En el calendario filocaliano de Roma del tiempo de San Dámaso, aparece su fiesta el 7 de marzo. Después se perdió la memoria de su celebración, que a principios de este siglo restauró San Pío X. Fue con motivo de las excavaciones que se realizaban cerca de Túnez, en el emplazamiento de la vieja Cartago. Aparecieron los restos de una basílica paleocristiana y fue hallado el epitafio de estas célebres mártires. Mas como el día siete estaba ocupado por Santo Tomás de Aquino se anticipó la fiesta un día.

Las actas auténticas del martirio de las célebres santas es uno de los documentos más realistas y emocionantes que se conocen. Habremos de contentarnos con espigar algunos de sus más bellos párrafos.

Las Actas constan de tres partes, dos autobiográficas y una narrativa. La primera escrita por la pluma de la misma mártir protagonista: Santa Perpetua; la segunda débese a Sáturo, compañero de martirio de la misma, y lo restante —preámbulo y epílogo— corresponde al armonizador de toda la pieza literaria, tal vez Tertuliano, que la debió ofrecer al público en griego y latín.

Como consecuencia del edicto de Septimio Severo contra los cristianos, promulgado el 202, fueron apresados al año siguiente varios cristianos de Cartago, todavía catecúmenos: Revocato y Felícitas, que eran de condición servil, o sea, esclavos, y Saturnino y Secúndulo. Con ellos estaba Vibia Perpetua, de ilustre cuna, de exquisita formación, casada con la dignidad de las matronas, a quien vivían sus padres y dos hermanos y un niño de pecho. Tendría como veintidós años.

A estos mártires se les agregó después espontáneamente Sáturo, diácono, que había sido su maestro de catecumenado y fue quien después les sostuvo en la larga lucha, Santa Perpetua nos va narrando los incidentes del proceso. Primero fueron detenidos en una casa particular, con guardias de vista. Allí comenzaron las luchas con su padre, que era pagano. Estando en esta custodia atenuada recibieron el bautismo y a los pocos días fueron metidas en la cárcel pública.

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