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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

7 de marzo de 2009

Vuelve Pemán



por Eulogio López


Tomado de Hispanidad



dmiro la musicalidad de Lorca, la sensatez de Antonio Machado, el alma de Unamuno o el buen hacer periodístico de Ortega pero al único escritor español del siglo XX al que atribuyo la condición del clásico es a José María Pemán.

Clásico por completo, que brilla en poesía, drama, comedia, novela y ensayo, todo a un tiempo. Anclaba su instrucción en su fe, único camino para que el intelectual y el guionista den en sabio. Un personaje que lo mismo hilvana las poesías de la pasión, “El Divino Impaciente”, “Los tres etcéteras de don Simón”, “De Madrid a Oviedo pasando por las Azores” o esa joya desconocida por mí y que acaba de editar Homo Legens: La historia de España contada con sencillez, una de esa joyas que hace exclamar el lector: “Ahora lo entiendo”.
Lo de sencillez es, también, característica del genio. Vuelvo a plasmar aquí la maravillosa lección que me dio un gran maestro ya desaparecido: el historiador Gonzalo Redondo, una simple ecuación que ha constituido uno de los puntales de mi anárquica formación intelectual desde los tiempos universitarios: sencillo es lo contrario de complicado, simple, de complejo. La sencilla historia de Pemán es justamente eso: sencilla y compleja, ni simple ni complicada. Por lo demás, leyendo a Pemán uno no sólo se entera de la Historia de España, es decir, del significado de los hechos, sino que descubre que el rigor no consiste en la profusión de datos, sino en la claridad de las ideas. Cuando Giovanni Guareschi aseguraba que la excesiva cultura conduce a la ignorancia quería decir que la saturación informativa inhabilita para pensar.
Que estoy encantado. Pocas veces había disfrutado tanto con un libro de historia de España. ¿Qué es España? España es fe cristiana y defensa de esa fe. Paró al Islam que venía de África durante ocho siglos y le paró los pies al turco en un día, al lado del Golfo de De Corinto, en Lepanto, a través de “un hombre llamado Juan”. Las armas españolas pararon la segunda gran herejía que vieron los tiempos -sí, la primera es el gnosticismo, también reverdecido en el siglo XXI -en forma de ‘new age’-, con el amigo Lutero padre del relativismo actual. Finalmente, de la misma forma que Polonia detuvo en el Vístula el Ejército Rojo -dispuesto a esclavizar a Europa, España tuvo que luchar por su supervivencia cristiana frente a la revolución marxista, durante la II República.
¿Qué le pasa a la España de hoy, perdida en querellas intestinas, relativamente progre y absolutamente relativista? Pues que ha olvidado su identidad, que no es otra que su fe cristiana. Es una España suicida, que ha renunciado a sus raíces y, por tanto, no sabe quién es. Los pobres oligofrénicos que sufren crisis de identidad no atraen a nadie. Por eso, nuestros inmigrantes no quieren ser españoles. ¿Cómo puede atraer un país que reniega de sí mismo?

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