Este blog está optimizado para una resolución de pantalla de 1152 x 864 px.

Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

4 de marzo de 2009

Id a Tomás. Principios fundamentales del pensamiento de Santo Tomás (8)



por Eudaldo Forment


Tomado de Gratis Date



8

Principios naturales y principios tomistas



n tercer lugar, Canals ha hecho notar en esta cuestión que «las XXIV tesis "principios y enunciados mayores del Doctor Angélico", no coincidían, ni en la intención de los que las presentaron, ni en la mente de San Pío X, con aquellas verdades ciertas y fundamentales de las que no es lícito disputar porque son el fundamento de toda ciencia verdadera» (1998a, 109).

Recuerda Canals un texto de Pío XII, el Discurso en el cuarto centenario de la Universidad Gregoriana, del 17 de octubre de 1953, en el que se lee:

«No se confunda la doctrina católica y las verdades naturales con ella conexas, reconocidas por todos los católicos, con los propios elementos y los conceptos peculiares por los que se diferencian entre sí los varios sistemas filosóficos y teológicos, que se encuentran en la Iglesia».

Se dice también sobre estos últimos que

«ninguna de semejantes explicaciones o argumentaciones constituye la puerta para entrar en la Iglesia, y con mayor razón es ílicto afirmar que constituye la única puerta. Ni siquiera del más santo insigne Doctor se ha valido nunca la Iglesia como de fuente originaria de la verdad, ni tampoco ahora lo usa como tal. Ciertamente considera grandes Doctores y honra con las mayores alabanzas a Santo Tomás y a San Agustín; pero sólo a los autores de las Sagradas Escrituras divinamente inspiradas tiene y confiesa por infalibles. De modo que la Iglesia intérprete y custodio de las Sagradas Escrituras por mandato de Dios, depositaria en sí de la viva Tradición Sagrada, es Ella misma la puerta para alcanzar la salud, ella misma es para sí, bajo la guía y la tutela del Espíritu Santo, la fuente de la verdad».

Y se advierte seguidamente que

«los varios sistemas de doctrina a que permite adherirse la Iglesia, es absolutamente necesario que estén de acuerdo con todo aquello que había sido conocido con certeza por la filosofía antigua y por la cristiana desde los primeros tiempos de la Iglesia» (Pío XII, AAS 45 (1953), 684-85).

Comenta Canals, en otro lugar, que «la Iglesia sabe y sostiene que estos preámbulos racionales y verdades naturalmente ciertas son de suyo anteriores a la recepción de la fe y necesarias precisamente para darle su carácter de "obsequio razonable". Si estas verdades exigen el asentimiento cierto de la mente es, pues, en primer término porque pueden de suyo ser alcanzadas por la verdadera filosofía, en la que la luz de la razón sea rectamente dirigida. Por esto al confirmar su vigencia absolutamente necesaria en toda doctrina filosófica permitida por la Iglesia, recoge ésta el testimonio que aquellas verdades obtienen, no sólo de su acuerdo con la fe, sino de "la sabiduría de los siglos". Ellas constituyen "el patrimonio común de la filosofía antigua y de la filosofía cristiana", aquello que "los más excelentes filósofos y los principales Doctores de la Iglesia" hallaron y sostuvieron» (Canals, 1954, 73).

Esa doctrina general, conexa a la fe, y conocida por el pensamiento antiguo y cristiano, sería la indicada por Pío X como «capital» en Santo Tomás y que no es discutible por su fundamentalidad de toda ciencia verdadera.

Sin embargo, continúa advirtiendo Canals:

«Tampoco conviene interpretar el testimonio secular de la "filosofía perenne" de la humanidad con un criterio "lamennaisiano" de "consentimiento universal". No se trata de apoyarse en un sufragio universal de cuantos han sido considerados como sabios por los hombres; de este modo fácilmente se podría conmover la certeza de que pertenezcan al patrimonio de sabiduría de la humanidad. La Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, sabe dónde se encuentra la verdad, donde se hallan tales principios mantenidos en toda su pureza y desarrollados con seguridad. Toda filosofía permitida por la Iglesia deberá coincidir y convenir en "aquellos principios y afirmaciones de la filosofía escolástica"» (Canals, 1954, 73-74).

Según Pío XII en este texto, «entre aquellas verdades brevemente aludidas hace unos instantes, enumérense, por vía de ejemplo, las que se refieren a la naturaleza de nuestro conocimiento; al adecuado concepto de la verdad; a los principios metafísicos afianzados en la verdad y que son absolutos; a la existencia de Dios, infinito, personal, Creador de todas las cosas, a la naturaleza humana, la inmortalidad del alma, la conveniente dignidad de la persona, a los deberes que la ley moral grabada en él por la naturaleza, promulga e impera» (AAS 45 (1953), 684-85).

*******
Para leer el artículo completo haga click sobre la imagen del Doctor Común.

0 comentarios: