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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

24 de marzo de 2009

Occidente se queda sin ideas frente a la crisis



por Eulogio López



tomado de Hispanidad






l fracaso de Bruselas preludia el de G-20 del 2 abril. El continente ha caído en la atonía, mientras, al otro lado del Atlántico, Obama se enloda en los niveles más altos de demagogia conocidos en Estados Unidos. Esto no es una crisis económica, es una crisis moral e intelectual que está consumiendo a Occidente.

El presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero superó todos sus niveles de patetismo durante la última Cumbre comunitaria de Bruselas. Por enésima vez, los mandatarios de la Unión Europea se reunían para encontrar soluciones a la crisis. A nadie se le ocurrió nada, por lo que ZP explicó que no se trataba de poner en marcha nuevas medidas sino de “evaluar” la ya programadas. Mejor que ese examen no se realice.

A continuación, para contradecirse un poco más, solicitó un plan contra el empleo por parte de Bruselas, es decir, que le solucione su problema de paro galopante en España, mientras auguraba medidas “muy concretas” para reformar el sistema financiero internacional en la futura Cumbre del G-20 a celebrar en Londres el 2 de abril. Es decir, que no hay ninguna medida preparada, salvo la de seguir inyectando dinero público para sostener desastres privados.

En cualquier caso, a Europa no se le ocurre nada para luchar contra el desempleo. Tanto es así que sus líderes se han negado a convocar una cumbre destinada al efecto.

La verdad es que nadie sabe en qué consiste esa macro reforma del sistema financiero europeo. El paro continúa aumentando en Europa y el egoísmo ha cundido. Todo lo que se les ocurre a los Merkel, Sarkozy, Brown o Berlusconi es endeudar al Estado para taponar las vías de agua de un sistema financiero especulativo que no se sostiene, pero, eso sí, sin poner coto a la especulación ni al apalancamiento de ese mismo sistema.

Mientras, en la otra orilla del océano, Barack Obama, absolutamente superado por las circunstancias, hace lo mismo sólo que a lo grande: ni una sola medida contra la especulación y el apalancamiento. Obama ha convertido a Estados Unidos en el reino de la demagogia y está repitiendo los mismos tics de la progresía europea. Mientras la crisis avanza, Obama postula más aborto, más homosexualidad y más dinero de los contribuyentes o de la máquina de hacer dinero para sostener unos bancos, una aseguradoras y unos brokers que han provocado el desastre y que no podrá sostener. La aseguradora AIG constituye el paradigma de la política Obama: se rasga las vestiduras ante los salarios de sus directivos, que han llevado a la ruina a la compañía... pero sigue inyectando dinero publico en AIG, dinero con el que se pagan los blindajes de los especuladores.

Además, como crisis moral que es ésta que estamos viviendo, nadie, ni administradores ni administrados, está dispuesto a sacrificarse por el bien común. Por si fuera poco, los occidentales sufrimos una crisis de identidad, al haber abandonado sus principios cristianos, es decir, sus principios constitutivos como nación. La atonía reina en Europa y la demagogia en USA.

Ejemplos de lo que los líderes occidentales ni se han planteado:

1.Distinción entre mercado primario y secundario. El segundo, mucho más especulativo, debe gravarse fiscalmente con mucha más dureza. Dentro del mercado secundario, la mera compra de acciones con vistas al dividendo no se puede gravar con la misma intensidad que productos netamente especulativos, como las titulizaciones.

2.Asimismo, el capital-riesgo debe ser duramente tratado desde el punto de vista fiscal. Constituye el ejemplo típico de carcoma financiera de la empresa.

3.Debe distinguirse el impuesto de sociedades según el tamaño de las compañías, y de forma drástica.

4.No pueden admitirse los mismos tipos si se trata de poner en marcha una empresa que si se trata de comprar una ya en funcionamiento.

5.Reducir el endeudamiento y la exigencia de fondos propios sobre deuda.

6.Los tipos próximos al cero no hacen otra cosa que incentivar el endeudamiento. Su bajada debe ser pasajera. Hay que recuperar el olvidado sentido del riesgo. (Justo lo contrario de lo que se está haciendo).

7.Lo más importante: los bancos en quiebra deben quebrar. Una reiteración siempre incumplida. El Estado debe apoyar a los ahorradores, no a los inversores.

7.Medidas laborales: Suprimir todos los contratos de trabajo, pasando a todos a indefinidos y fijar de antemano los días de indemnización con un límite.

8.Bajar las cuotas sociales y en tal caso subir el IVA, algo sólo posible en este momento de deflación en todo Occidente.

9.No se trata de bajar los sueldos. Es más, es preciso subir lo salarios bajos. Eso sí, no pasa nada por trabajar más.

10.Salario mínimo internacional que no falsee la competencia global.

12.Salario maternal: cuarta pata del Estado del bienestar. El invierno demográfico de Occidente es grave.

Son medidas tan discutibles como cualquier otra, pero son medidas contra la crisis. Las resoluciones de los líderes europeos no pretenden solventar la crisis de los ciudadanos sino la crisis de los intermediarios. No es que la crisis afecte a Occidente, es que puede significar su final. Y el asunto tiene su enjundia, porque es Occidente quien ha forjado el mundo. Para evitarlo, los líderes occidentales deberían comportarse como tales. Como estadistas dedicados al bien común y no al mantenimiento de un sistema plutocrático.

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