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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

16 de mayo de 2009

16 de Mayo, Festividad de San Ubaldo, Obispo y Confesor







onfesor, Obispo de Gubbio, nacido de una familia noble en Gubbio, Umbría, Italia, hacia el comienzo del siglo XII; murió allí, Whitsuntide, en 1168. Mientras aún era muy joven, habiendo perdido a su padre, fue educado por el prior de la iglesia catedral de su ciudad nativa, donde fue canónigo regular. Deseando servir a Dios con más regularidad pasó al Monasterio de San Secondo, en la misma ciudad, donde permaneció por algunos años. Llamado por su obispo, regresó al monasterio de la catedral, donde fue nombrado prior. Habiendo escuchado que el Beato vienés, Pedro de Honestis algunos años antes había establecido una ferviente comunidad de canónigos regulares, a quienes les había dado especiales estatutos aprobados por Pascual II, Ubaldo fue allí, permaneciendo con sus hermanos canónigos por tres meses, para aprender los detalles y la práctica de sus reglas, anhelando introducirlas a sus propios canónigos de Gubbio. Esto hizo a su regreso. Sirviendo a Dios con gran método, pobreza (ya que todo su patrimonio de riquezas los había repartido entre los pobres y en la restauración de monasterios), humildad, mortificación, docilidad, y fervor, la fama de su santidad se esparció en todo el país y muchos obispados le fueron ofrecidos, pero no aceptó ninguno de ellos. Sin embargo, estando vacante la sede episcopal de Gubbio, fue enviado por el pueblo, con algunos clérigos, para pedir un nuevo obispo de Honorio II quien, habiéndolo consagrado, lo mandó de regreso a Gubbio. Para su pueblo se convirtió en modelo de todas las virtudes cristianas y un poderoso protector de todas sus necesidades tanto temporales como espirituales. Murió lleno de méritos, luego de una larga y dolorosa enfermedad de dos años. Numerosos milagros fueron obrados por él tanto en vida como después de su muerte. El Papa Celestino II lo canonizó en 1192 por petición del Obispo Bentivoglio. Su poder, como leemos en el Oficio de su fiesta, se manifiesta principalmente sobre los espíritus del mal, y los creyentes son instruidos para que recurran a él "contra omnes diabólicas nequitias".

La vida del santo fue escrita por el Beato Teobaldo, su sucesor inmediato en la sede episcopal, y de esta fuente se deriva toda la información proporcionada por sus numerosos biógrafos. El cuerpo del santo hombre, que primero había sido enterrado en la iglesia catedral por lo Obispos de Perugia y Cagli, y para la época de su canonización fue encontrado flexible e incorrupto, y fue entonces ubicado en un pequeño oratorio en la parte superior de la montaña que se encuentra a un lado de la ciudad, donde en 1508, por deseo del Duque de Urbino, los canónigos regulares levantaron una hermosa iglesia, frecuentada hasta hoy por numerosos peregrinos, quienes vienen a visitar las reliquias de su protector celestial de cerca y de lejos. La devoción hacia el santo es muy popular a lo largo de Umbría, pero especialmente en Gubbio, donde en cada familia al menos un miembro es llamado Ubaldo. La fiesta de su santo patrón es celebrada por los habitantes de la región con gran solemnidad, habiendo allí procesiones civiles y religiosas que traen a la mente famosas festividades de la Edad Media en Italia.

A. ALLARIA
Transcrito por Carol Kerstner
Traducido por Armando Llaza Corrales

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