por José Ignazio Etxaniz .
Tomado de Revista Arbil (Nº 42)
Ficha: José Luis Orella Martínez: VICTOR PRADERA, UN CATÓLICO EN LA VIDA PÚBLICA DE PRINCIPIOS DE SIGLO. BAC, MADRID, 2000
Nuevo libro que nos muestra la biografía y las ideas que impulsaron a una personalidad que supo comprometerese en la vida pública hasta llegar al sacrificio personal por la defensa de los valores que mantenía, y que podría ser ejemplo de coherencia para los políticos actuales
a presente obra recupera la vida y el pensamiento de una persona que ha quedado olvidada y que por esta razón resulta inédita en la actual historiografía española. El libro de José Luis Orella, profesor de Historia de la Universidad San Pablo-CEU, nos recupera a uno de los pioneros del catolicismo social en España. A través de los hechos de la vida de Víctor Pradera el lector entra en la vertebración de un catolicismo activo en los más diversos campos de la sociedad.
Nacido en Pamplona en 1872 y recriado en San Sebastián, la juventud de Víctor Pradera nos lleva a las aulas recién estrenadas de la Universidad de Deusto, institución dirigida por los jesuitas con la misión de formar una élite católica. Víctor Pradera pertenecerá a su segunda promoción y será compañero de José María Urquijo, fundador del periódico La Gaceta del Norte; y el P. Angel Ayala, fundador de la ACN de P (Propagandistas). El sello recibido en Deusto le servirá para ser un católico vinculado a la vida pública española de principios de siglo XX.
En sus primeros capítulos vemos transcurrir a un Víctor Pradera comprometido con el carlismo y que va forjando su personalidad intelectual en un catolicismo vertebrado en el tomismo nacido en la escuela de Malinas de manos del cardenal Mercier, y en una visión descentralizada de España, por su mentor ideológico Juan Vázquez de Mella. Su actividad como joven diputado por Tolosa se verá marcada por la defensa de las peculiaridades regionales de España dentro de un concepto uninacional y de la salvaguardia de los derechos de la Iglesia en el estado liberal.
Sin embargo, la primera guerra mundial producirá profundos cambios en el mundo y en las personas. El despertar de las nacionalidades y la instauración del comunismo en Rusia marcarán una época que devolverá a Víctor Pradera a una vida pública, abandonada a favor de sus actividades profesionales de ingeniero y abogado. Como nos relata su autor, Pradera se verá convertido en el paladín de la unidad nacional española en el País Vasco y Navarra, pero desde una visión descentralizada y en defensa de sus peculiaridades forales, frente a las pretensiones nacionalistas de crear un estado independiente y racialmente vasco.
Al mismo tiempo el miedo al socialismo revolucionario le empujará a huir de las capillas políticas y a fomentar la unión de las fuerzas políticas de la derecha bajo un programa común y a favorecer un extenso desarrollo del catolicismo social como única vía de formación integral de la persona. En este camino, el libro nos muestra su participación en la formación del Partido Social Popular y la posterior colaboración desde una posición crítica con el régimen del general Miguel Primo de Rivera. Resulta interesante señalar la labor que el autor realiza por describir el origen del catolicismo social en Europa, después en España y evidentemente que concepción tenía de ello el propio biografiado.
No obstante, una de las partes más atractivas del libro resulta la dedicada a la II República donde Víctor Pradera se convierte en el principal ideólogo de los carlistas, pero con una gran influencia en el resto de las formaciones de derechas. Su participación en la revista Acción Española y especialmente la fama que alcanzó su libro El Estado Nuevo, en el que sistematizo el corporativismo como una alternativa política viable en España, y le convirtió en una celebridad nacional. El autor realiza una buena labor explicando y diferenciando las características de la derecha accidentalista de José María Gil Robles, la encabezada por José Calvo Sotelo y Manuel Fal Conde, y finalmente el nacionalsindicalismo liderado por José Antonio Primo de Rivera.
Otra de las notas a destacar del libro es la diferenciación cuidada del corporativismo derivado del catolicismo social, del defendido por el fascismo y las divergencias entre extremas derechas y movimientos fascistas. En la actualidad que es fácil la equivocación, el autor presta un sumo cuidado en diferenciar las diferentes opciones políticas. De este modo, la principal y más famosa obra de Pradera, El Estado Nuevo, tiene un capítulo dedicado integro a la concepción organicista del ingeniero navarro. En la parte final es clarificador e interesante en los momentos actuales dedicar un capítulo diferencias y semejanzas entre fascismo y movimientos tradicionalistas, y otro a los movimientos afines al corporativismo católico que surgieron fuera de España. El integrar al catolicismo organicista español con el resto del mundo ayuda a centrar mejor el tema del libro.
Se agradece también al autor que en la fase de inicio de la guerra civil nos detalle lo más posible los últimos días de Víctor Pradera, probando con apoyo documental la implicación del consejero nacionalista de orden público en su asesinato y el de sus compañeros. En definitiva es un libro breve, pero denso en información y que viene a rellenar un espacio vacío de nuestra historia contemporánea de principios de siglo XX, a través de la vida de uno de nuestros principales intelectuales católicos, que resulta todavía un gran desconocido para el lector de la calle. La apuesta de la BAC, como de su autor de recuperar el papel ejercido por Víctor Pradera en la historia de nuestro país es una labor importante en la recuperación de las raíces históricas de nuestra patria.
Nacido en Pamplona en 1872 y recriado en San Sebastián, la juventud de Víctor Pradera nos lleva a las aulas recién estrenadas de la Universidad de Deusto, institución dirigida por los jesuitas con la misión de formar una élite católica. Víctor Pradera pertenecerá a su segunda promoción y será compañero de José María Urquijo, fundador del periódico La Gaceta del Norte; y el P. Angel Ayala, fundador de la ACN de P (Propagandistas). El sello recibido en Deusto le servirá para ser un católico vinculado a la vida pública española de principios de siglo XX.
En sus primeros capítulos vemos transcurrir a un Víctor Pradera comprometido con el carlismo y que va forjando su personalidad intelectual en un catolicismo vertebrado en el tomismo nacido en la escuela de Malinas de manos del cardenal Mercier, y en una visión descentralizada de España, por su mentor ideológico Juan Vázquez de Mella. Su actividad como joven diputado por Tolosa se verá marcada por la defensa de las peculiaridades regionales de España dentro de un concepto uninacional y de la salvaguardia de los derechos de la Iglesia en el estado liberal.
Sin embargo, la primera guerra mundial producirá profundos cambios en el mundo y en las personas. El despertar de las nacionalidades y la instauración del comunismo en Rusia marcarán una época que devolverá a Víctor Pradera a una vida pública, abandonada a favor de sus actividades profesionales de ingeniero y abogado. Como nos relata su autor, Pradera se verá convertido en el paladín de la unidad nacional española en el País Vasco y Navarra, pero desde una visión descentralizada y en defensa de sus peculiaridades forales, frente a las pretensiones nacionalistas de crear un estado independiente y racialmente vasco.
Al mismo tiempo el miedo al socialismo revolucionario le empujará a huir de las capillas políticas y a fomentar la unión de las fuerzas políticas de la derecha bajo un programa común y a favorecer un extenso desarrollo del catolicismo social como única vía de formación integral de la persona. En este camino, el libro nos muestra su participación en la formación del Partido Social Popular y la posterior colaboración desde una posición crítica con el régimen del general Miguel Primo de Rivera. Resulta interesante señalar la labor que el autor realiza por describir el origen del catolicismo social en Europa, después en España y evidentemente que concepción tenía de ello el propio biografiado.
No obstante, una de las partes más atractivas del libro resulta la dedicada a la II República donde Víctor Pradera se convierte en el principal ideólogo de los carlistas, pero con una gran influencia en el resto de las formaciones de derechas. Su participación en la revista Acción Española y especialmente la fama que alcanzó su libro El Estado Nuevo, en el que sistematizo el corporativismo como una alternativa política viable en España, y le convirtió en una celebridad nacional. El autor realiza una buena labor explicando y diferenciando las características de la derecha accidentalista de José María Gil Robles, la encabezada por José Calvo Sotelo y Manuel Fal Conde, y finalmente el nacionalsindicalismo liderado por José Antonio Primo de Rivera.
Otra de las notas a destacar del libro es la diferenciación cuidada del corporativismo derivado del catolicismo social, del defendido por el fascismo y las divergencias entre extremas derechas y movimientos fascistas. En la actualidad que es fácil la equivocación, el autor presta un sumo cuidado en diferenciar las diferentes opciones políticas. De este modo, la principal y más famosa obra de Pradera, El Estado Nuevo, tiene un capítulo dedicado integro a la concepción organicista del ingeniero navarro. En la parte final es clarificador e interesante en los momentos actuales dedicar un capítulo diferencias y semejanzas entre fascismo y movimientos tradicionalistas, y otro a los movimientos afines al corporativismo católico que surgieron fuera de España. El integrar al catolicismo organicista español con el resto del mundo ayuda a centrar mejor el tema del libro.
Se agradece también al autor que en la fase de inicio de la guerra civil nos detalle lo más posible los últimos días de Víctor Pradera, probando con apoyo documental la implicación del consejero nacionalista de orden público en su asesinato y el de sus compañeros. En definitiva es un libro breve, pero denso en información y que viene a rellenar un espacio vacío de nuestra historia contemporánea de principios de siglo XX, a través de la vida de uno de nuestros principales intelectuales católicos, que resulta todavía un gran desconocido para el lector de la calle. La apuesta de la BAC, como de su autor de recuperar el papel ejercido por Víctor Pradera en la historia de nuestro país es una labor importante en la recuperación de las raíces históricas de nuestra patria.
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