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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

12 de mayo de 2009

El sentido de la Historia (3)



por Nicolás Berdiaev



LA HISTORIA CELESTE

Dios y el hombre




a historia y el destino celestes del hombre condicionan de antemano su destino y su historia terrestres. En el cielo tiene lugar un prólogo que establece la finalidad de la historia universal y la pone en marcha. ¿Qué es esta historia celeste? Es el verdadero fundamento metafísico de la historia. El cielo y la vida celeste en donde da comienzo el proceso histórico no son otra cosa que la vida espiritual más profunda, porque, en realidad, el cielo no es solamente algo que está por encima y lejos de nosotros como una esfera trascendente y casi inalcanzable, sino también la profundidad máxima de nuestra vida espiritual.
Cuando abandonamos la superficie y descendemos a esta profundidad, nos ponemos verdaderamente en contacto con la vida celeste. En esta profundidad yace una experiencia espiritual diferente de la realidad terrena y que es el estrato más amplio y profundo del ser. Este estrato profundo es justamente la fuente de la historia. La historia tiene su origen en la realidad espiritual interior, en la experiencia del espíritu humano, en la cual éste último no aparece ya como algo lejano y opuesto al espíritu divino, sino que, por el contrario, está en inmediato contacto con él, una experiencia, en suma, en la que se revela el drama de las relaciones recíprocas entre Dios y el hombre. En este sentido, la realidad celeste es la realidad profundísima en la que se plantea el tema de las relaciones entre Dios y el hombre, entre el hombre y la fuente primordial de la vida. Es justamente esta relación la que constituye la esfera profunda en la que es concebida la historia, en donde se halla escondido su germen, en la que queda fundamentalmente delineado el proceso histórico universal.
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