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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

15 de mayo de 2009

El comunismo en la Revolución Anticristiana (2)





Por el R.P. Julio Meinvielle




CAPÍTULO I

DE LA REALEZA DE CRISTO, EN LA HISTORIA, A LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA






l presente libro quiere determinar con precisión qué sitio ocupa el comunismo en la Revolución anticristiana. Pero ello no es posible si no se determina, a su vez, el significado y alcance de la misma Revolución anticristiana. La Revolución anticristiana no puede ser caracterizada en toda su significación si no se fija el carácter necesariamente cristiano que ha de revestir el movimiento de la historia después que Cristo se ha hecho presente entre nosotros.

El tema del presente ensayo es precisamente éste, a saber, cuál sea el significado último delcomunismo en la historia. Y la historia, en definitiva, pertenece a Cristo como le pertenece todohombre. El comunismo, que aparece en la historia y llena toda una época de la vida del hombre en su paso por la tierra, ha de entrañar necesariamente una significación en la relación tambiénnecesaria del hombre en Cristo.

De aquí que en un primer capítulo hayamos de explicar la significación de Cristo y de su enemigo el anti-Cristo en la historia de los pueblos.

La historia de los pueblos en su dinamismo más profundo proclama a Cristo en su divina Realeza. No se ha de considerar como una ocurrencia piadosa que nos refiramos a la Realeza de Cristo para medir el lugar y el alcance del comunismo, sino que está ello exigido por la necesidad de encontrar una razón explicativa suficiente de este hecho que invade a los pueblos cristianos en un momento determinado de su historia.

La historia de los hombres

La historia en su realidad última está constituida por las acciones de los hombres. Pero, ¿quétienen de especial las acciones de los hombres frente a las de otros seres para que precisamente ellas y sólo ellas constituyan la historia? A esta cuestión, por mucho que se profundice, no se le puede dar respuesta más satisfactoria que la que le dio la sabiduría griega cuando definió al hombre como animal racional. La historia procede de esta doble condición del hombre. Porque el hombre con su razón pone libremente un determinado orden en el curso de sus acciones sobre sí mismo, sobre los otros hombres y sobre las cosas a su servicio, resulta un determinado desarrollo histórico que necesariamente se halla transido por una contingencia radical.

Aunque este desarrollo ha resultado éste y no otro, pudo haber resultado otro y no éste. No sólo la serie de la sucesión histórica, sino cada eslabón de esa serie, dependiente de una voluntad humana, pudo haber sido otro. El hombre hace su historia y hace la historia. Por ser racional es libre, y por ser libre es un agente responsable de su propio destino.

La historia del hombre está constituida por acciones y hechos, libremente puestos, que deben determinar un contorno de realizaciones en su paso por la tierra. Un contorno en el espacio y en el tiempo. En el espacio, porque el obrar del hombre, se entrecruza no sólo con el paisaje sinoentre las decisiones de los unos con las decisiones de los otros, de las de unos hombres individuales con las de otros hombres individuales, entre las de unos grupos sociales con las de otros grupos sociales, entre las de unas naciones con las de otras naciones y, finalmente, entre las de unas civilizaciones con las de otras civilizaciones.

E igualmente en el tiempo, porque las acciones de los hombres determinan otras múltiples acciones que repercuten y cristalizan en realizaciones e instituciones que, a su vez, también actúan y ejercen influencia más o menos profunda y lejana.

La historia es un inmenso entrecruzarse de pensamientos, palabras, acciones y realizaciones de los hombres. Un entrecruzarse a veces pacífico, a veces bélico. Un entrecruzarse de destrucción y de construcción.

La historia, por ser, precisamente, creación libre del hombre, se opone a la naturaleza. Ésta, en efecto, se mueve por un modo invariable de obrar. Aunque el hombre tiene también naturalezaque lo faculta para un obrar también determinado, sin embargo, esa determinación de ésa sunaturaleza y de las facultades que de ella emanan está dotada de una amplia plasticidad y libertad que provienen de su condición racional. En consecuencia, la historia no se opone a la naturaleza negándola, sino continuándola. Es decir que no niega la naturaleza, sino que expresa una de las realizaciones posibles en que esa naturaleza puede desplegarse.

Al contrario de lo que pasa en las otras naturalezas, privadas de razón, en que sólo es posible una realización determinada y fija de esa naturaleza. La especie humana admite en realidad infinitas realizaciones. Piénsese sino, no sólo en las innumerables civilizaciones de que nos da cuenta la historia sino también en otras que pudieron ser posibles.

Aunque la historia está constituida por todas las acciones de los hombres, en realidad, no seconsidera historia sino tan sólo ciertas acciones relevantes cumplidas por determinadascomunidades humanas o por personas destacadas de esas comunidades.

Res gesta, las hazañas, las acciones ilustres eran tan sólo registradas en la memoria de los pueblos. La historia cobraba así la función de paradigma de los pueblos. Constituía por lo mismo un alto magisterio de dignidad en la conducta de los hombres.

La diversidad de historias

Hablamos de historia de los pueblos, del hombre y de la humanidad. Pero, en realidad, desde el punto de vista del hombre, esta historia no existe.
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Para leer el capítulo completo haga click sobre la imagen del cura Meinvielle.


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