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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

4 de agosto de 2009

4 de Agosto, Festividad de santo Domingo de Guzmán





ació en Caleruega (Burgos), a fines de 1171. Su padre se llamaba Félix de Guzmán, "venerable y ricohombre entre todos los de su pueblo". Y era de los nobles que acompañaban al rey en todas sus guerras contra los moros. Y muy emparentado con la nobleza de entonces. Su madre, la Beata Juana de Aza, era la verdadera señora de Caleruega, cuyo territorio pertenecía a los Aza por derecho de behetría. Mujer verdaderamente extraordinaria, era querida y respetada por todos, muy caritativa, sinceramente piadosa y siempre dispuesta a sacrificarse por la Iglesia y por los pobres. De ella recibió Domingo su educación primera.

Hacia los seis años fue entregado a un tío suyo, arcipreste, para su educación literaria. Y hacia los catorce fue enviado al Estudio General de Palencia, el primero y más famoso de toda esa parte de España, y en el que se estudiaban artes liberales, es decir, todas las ciencias humanas, y sagrada teología. A esta última se dedicó Domingo con tanto ardor que aun las noches las pasaba en la oración y el estudio sobre todo de las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres. Sobre estos textos sagrados iba él organizando en sus cuadernos una síntesis ordenada de toda la doctrina teológica.

Vivía solo, con su pequeño mobiliario y sus libros. Y así podía distribuir mejor su tiempo en el día y en la noche. Para mayor mortificación suprimió el vino, que en su casa tomaba. Suprimir el sueño para estudiar no era para él mortificación, sino gozo, pues la doctrina sagrada le embelesaba. Por eso su estudio tenía tanto de oración y de meditación como de estudio propiamente dicho. Tenía fama de vivir tan recogido, que más bien parecía un viejo que un joven de dieciocho o veinte Su vida anterior le había preparado para ello, tanto en su propia casa como en la de su tío el arcipreste.
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