por el R.P. Alfredo Sáenz, S.J.
Tomado del blog de Cabildo
La Patria y la Nación
ntes de introducirnos en el análisis de la virtud misma, digamos algo sobre el concepto de “Patria” y de “Nación”, sin cuyo conocimiento se torna poco menos que imposible tratar de la virtud que tiene a ellas por objeto. ¿Cómo aparecieron las Patrias en la historia? La humanidad, tal como se halla hoy, se nos presenta dividida en sociedades territoriales determinadas. No fue así desde el comienzo. La humanidad se inició con una familia, nuestros primeros padres, a los que se les dijo: “Creced y multiplicaos” (Gén. 1, 22). Así lo hicieron los hombres primitivos y luego se fueron dispersando por el mundo. Conservaban, ciertamente, algunos vínculos comunes, como el idioma, las costumbres, un conjunto de verdades elementales, que conocían por la revelación natural, etc. Pero la soberbia, subyacente en el intento prometeico de la construcción de la torre de Babel, los dividió profundamente, desvinculándose entre ellos y perdiendo la comunidad de lengua. Segmentada la humanidad y dispersa por el mundo, el ideal de la sociedad universal, que debía agrupar a todos los hombres, quedó frustrado. Aparte de los egoísmos crecientes, brotes de la soberbia, otros factores como las grandes distancias, los obstáculos físicos, los mares, los océanos y las cordilleras, opusieron dificultades poco menos que insalvables a la conspiración de todos los hombres hacia su destino común. Sin embargo dicho destino subsistía, y en razón del carácter sociable con que Dios creó al hombre, se fueron concretando diversos grupos o sociedades particulares, con fines específicos y concretos.
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