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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

30 de septiembre de 2008

España en nuestro ser



CIMAS Y SIMAS DE LA PIEL DE TORO

Publicado por El Blog de Cabildo

Hace algunas semanas el gobierno marxiliberal de España derogó la fecha del 25 de julio, Día de Santiago Apóstol, como festividad nacional.

El inspirador de los grandes rumbos de la historia española está silenciado. La cristofobia se ha querido cobrar su derrota en la Cruzada de 1936-1939, y lo hace con el disfraz burgués del Presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero, nieto de un tal Lozano, capitanejo rojillo de la Anti-Hispanidad.

Lo que acabamos de escribir era lo que pensábamos cuando nos ubicamos en el Tren Ave que en dieciocho minutos cubriría los noventa kilómetros que unen el Manzanares al Tajo en la línea Madrid-Toledo, la Ciudad Imperial. Pronto los dos caballeros que con sus comentarios me habían dado la noticia se alejaron. Aquel brillante día primaveral, pero por su temperatura casi estival, para mí tomó tonos grisáceos, y hasta un algo de frío como llegado de la Sierra del Guadarrama.Había en la decisión gubernamental zapateril mucho de resentimiento. El mismo que estudia Marañón, en la biografía de Tiberio, sosteniendo la necesidad de una cierta cantidad de maldad para que incube y pueda desatarse en la adolescencia con sus dos fuentes claves, la competencia y la preterición. A ellas debe agregarse una memoria contumaz que no desgasta el tiempo. Con mucha razón decía Unamuno: “entre los pecados capitales no figura el resentimiento, y es el más grave de todos”.

En el devenir del rapidísimo paisaje, y como regalo de la ruta, fue surgiendo ante nuestros ojos toda una teoría de valores que se pretende canjear por paquetes ideológicos cerrados. En los días que corren se invoca por parte de liberales y marxistas sólo la necesidad de desarrollar la economía. La difusión de estas recetas taumatúrgicas es apoyada desde los centros mundiales, por lo que el poder cultural se encuentra en otro lado. La España oficial es hoy el ejemplo que ilustra las tesis del nihilista Antonio Gramsci: “Una vez ganada por valores que no son los suyos, la sociedad vacila sobre sus bases y entonces no hay más que explotar la situación sobre el terreno político”.

Consciente de esto, el entonces Ministro Fernández de la Mora, pocos meses antes del fallecimiento del Generalísimo Francisco Franco, escribía en una página del diario “ABC”: “En octubre de 1930 José Antonio Primo de Rivera decía en Bilbao: «Como nos dijo hace unos días Ramiro de Maeztu, todo Estado que desea perpetuarse forma sus generaciones en los principios mismos que le sustentan. Sólo nosotros cometemos la incomparable estupidez de abrir con nuestras propias manos las puertas de la casa a quienes sólo quieren entrar para arrojarnos de ella con sangre y vilipendio»”.

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