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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

4 de noviembre de 2008

El Pensamiento de la Revolución Nacional (3)


por el Dr. Antonio de Oliveira Salazar



CAPITULO II

Política de verdad
Política de sacrificio
Política Nacional



Este discurso fue pronunciado por el Dr. Oliveira Salazar, entonces sólo Ministro de Hacienda, para dar las gracias a los representantes de los Ayunta­mientos de Portugal, por la manifestación organi­zada en su honor el 21 de Octubre de 1929 a fin de expresar el reconocimento del País por la obra finan­ciera realizada. Discurso sereno y firme, de una magnífica since­ridad. El Or. Oliveira Salazar da al pueblo portugués la consigna del sacrificio, en que va a cimentar toda la obra administrativa, social y económica que es preciso realizar.


Pasa pronto el recuerdo de los hombres en la historia y en la memoria de los pueblos. Por otra parte, tampoco conviene políticamente identificar con una individualidad, por muy alta y poderosa que sea — ya que las circunstan­cias tantas veces obligan a sacrificarla — todo el futuro de una obra colectiva, máxime si la Nación ha adqurido ya la plena conciencia de su estado, y manifestado la firme voluntad de seguir las rutas de su destino. Por mi parte, estoy convencido de que la facilidad con que se han realizado ciertos actos y la rapidez con que se han obtenido determinados resultados, de­muestran que no he hecho más que traducir en hechos y en palabras, quizá con mayor preci­sión que otros, gracias a las condiciones espe­ciales de la posición en que me encuentro, las tendencias, las aspiraciones, el espíritu de re­novación y reforma del País. En un sistema de administración, en que predominaban la falta de sinceridad y claridad, afirmé desde el primer instante que se imponía una política de verdad. En un sistema de vida social en que sólo se admitían derechos, sin contrapartida de deberes, en el que la comodi­dad y la facilidad aparecían como la mejor regla de vida, anuncié, como condición necesa­ria de salvación, una política de sacrificio. En un Estado que habíamos dividido o dejado divi­dir en grupos irreductibles, amenazando el sen­tido y la fuerza de unidad de la Nación, sos­tuve, para combatir los daños y peligros que de ahí derivaban, la necesidad de una política na­cional.
Política de verdad, política de sacrificio, política nacional. He ahí lo que se ha hecho y lo que entiendo que apoyáis en vuestro mensaje. Si me lo permitís, sin embargo, voy a desar­rollar algo más nuestro común pensamiento.

Política de verdad

Al igual que la vida social, la política y la administración pública deben apoyarse en la verdad. Por temperamento, por convicción, por imperativo de mi conciencia, defiendo esta forma de dirigir y administrar. Sin embargo, la polí­tica de verdad impone a los gobernantes debe­res para con la Nación; impone deberes a la Nación para con los gobernantes; impone debe­res al legislador en la elaboración de las leyes y a los servicios en su forma de ejecución.

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