Diálogos (IM)pertinentes
por el Dr. Aníbal D’Ángelo Rodríguez— El Discípulo: Maestro, leyendo este pasado verano un diarito tabloide titulado “Página/12”, me encontré con que, en la respuesta a una carta de lector, identificaban a “Cabildo” como una “revista surrealista”.
— El Maestro: No es la primera vez que lo hacen y me atrevo a vaticinar que no será la última.
— El Discípulo: Maestro, como no conocía la palabra “surrealista”, busqué en el diccionario y allí me informé de que el surrealismo es un movimiento literario y artístico que prosperó entre la segunda y la tercera décadas del siglo pasado. Quedé asombrado. ¿Es verdad que Cabildo pertenece a ese movimiento?
— El Maestro: Un poco difícil porque el surrealismo, al menos el literario, desapareció en la segunda mitad del siglo XX. Pero no es por ahí por donde tienes que indagar. En las intenciones de sus epígonos, el movimiento quería superar la razón burguesa, por eso se llamaba “suprarrealismo”: estaba por encima de la forma de entender la realidad por una razón, la burguesa, cuya época tocaba a su fin.
— El Discípulo: Maestro ¿y qué es la razón burguesa?
— El Maestro: Muy buena pregunta, pero tendrías que hacérsela a Eluard, a André Breton o a cualquiera de los surrealistas que combatían contra ese sujeto —la razón burguesa— que nunca terminaron de definir. El surrealismo fue un movimiento de izquierda, aunque en la década del treinta sufrió una escisión que alejó a los comunistas más politizados como el famoso Aragón. Bueno, los surrealistas no sabían o no podían identificar a ese enemigo, la razón burguesa, lo mismo que los socialistas de todos los pelajes son incapaces de definir con precisión a su principal enemiga, la clase burguesa.
— El Discípulo: Bien, Maestro, pero ¿por qué llama “Página/12” una revista surrealista a “Cabildo”?
— El Maestro: Los escribas de ese diario son periodistas. Entonces saben de todo un poco, pero en general muy poco de todo. Usan el sentido vulgar de la palabra, que quiere decir “irreal, alejado de la realidad”. La Academia Española, hasta la vigésima primera edición de su Diccionario —que es la que tengo— no acepta este significado que poco, aunque algo, tiene que ver con el de los fundadores del movimiento. Los cuales, como te he dicho, no se proponían romper con la realidad sino con “la interpretación burguesa de lo real”. Por eso los pintores surrealistas —Chirico, Magritte, Dalí— pintaron cosas que deformaban la realidad y por eso en el cine se intentaron también argumentos e imágenes que pretendían prescindir de lo real, “al menos en la forma en que la burguesía lo pintaba”.
En síntesis, querido discípulo y amigo, acusarnos de surrealistas es, para “Página/12”, una forma de pintarnos como una especie de extraterrestres o de seres que viven en una burbuja en la que la realidad no entra.
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— El Maestro: No es la primera vez que lo hacen y me atrevo a vaticinar que no será la última.
— El Discípulo: Maestro, como no conocía la palabra “surrealista”, busqué en el diccionario y allí me informé de que el surrealismo es un movimiento literario y artístico que prosperó entre la segunda y la tercera décadas del siglo pasado. Quedé asombrado. ¿Es verdad que Cabildo pertenece a ese movimiento?
— El Maestro: Un poco difícil porque el surrealismo, al menos el literario, desapareció en la segunda mitad del siglo XX. Pero no es por ahí por donde tienes que indagar. En las intenciones de sus epígonos, el movimiento quería superar la razón burguesa, por eso se llamaba “suprarrealismo”: estaba por encima de la forma de entender la realidad por una razón, la burguesa, cuya época tocaba a su fin.
— El Discípulo: Maestro ¿y qué es la razón burguesa?
— El Maestro: Muy buena pregunta, pero tendrías que hacérsela a Eluard, a André Breton o a cualquiera de los surrealistas que combatían contra ese sujeto —la razón burguesa— que nunca terminaron de definir. El surrealismo fue un movimiento de izquierda, aunque en la década del treinta sufrió una escisión que alejó a los comunistas más politizados como el famoso Aragón. Bueno, los surrealistas no sabían o no podían identificar a ese enemigo, la razón burguesa, lo mismo que los socialistas de todos los pelajes son incapaces de definir con precisión a su principal enemiga, la clase burguesa.
— El Discípulo: Bien, Maestro, pero ¿por qué llama “Página/12” una revista surrealista a “Cabildo”?
— El Maestro: Los escribas de ese diario son periodistas. Entonces saben de todo un poco, pero en general muy poco de todo. Usan el sentido vulgar de la palabra, que quiere decir “irreal, alejado de la realidad”. La Academia Española, hasta la vigésima primera edición de su Diccionario —que es la que tengo— no acepta este significado que poco, aunque algo, tiene que ver con el de los fundadores del movimiento. Los cuales, como te he dicho, no se proponían romper con la realidad sino con “la interpretación burguesa de lo real”. Por eso los pintores surrealistas —Chirico, Magritte, Dalí— pintaron cosas que deformaban la realidad y por eso en el cine se intentaron también argumentos e imágenes que pretendían prescindir de lo real, “al menos en la forma en que la burguesía lo pintaba”.
En síntesis, querido discípulo y amigo, acusarnos de surrealistas es, para “Página/12”, una forma de pintarnos como una especie de extraterrestres o de seres que viven en una burbuja en la que la realidad no entra.
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