Este blog está optimizado para una resolución de pantalla de 1152 x 864 px.

Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

6 de noviembre de 2008

Herejes (11)


Por Gilbert K. Chesterton



XI. La ciencia y los salvajes



Una desventaja permanente para el estudio del folclore y los temas con él relacionados es que el hombre de ciencia rara vez es también hombre de mundo. Estudia la naturaleza, pero casi nunca se convierte en estudiante de la naturaleza humana. Incluso cuando vence esta dificultad y, en cierto sentido, se convierte en estudiante de la naturaleza humana, se trata sólo de un pequeño primer paso en el doloroso progreso hacia el ser humano. Pues el estudio de la raza y la religión primitivas se diferencia en un aspecto importante de todos, o casi todos, los estudios convencionales modernos.

Un hombre puede entender de astronomía sólo si es astrónomo; puede entender de entomología sólo si es entomólogo (o, tal vez, insecto). Pero un hombre puede entender mucho de antropología por el hecho de ser, meramente, hombre. Él es el animal al que dedica su estudio. De ahí surge el hecho que se da por todas partes en las investigaciones sobre etnología y folclore: el mismo espíritu frío y distante que logra el éxito en la investigación sobre astronomía o botánica, sólo logra desastres en el estudio de la mitología o los orígenes del hombre. Hace falta dejar de ser hombre para hacer justicia a un microbio; pero no es necesario dejar de ser hombre para hacer justicia a los hombres. Esa misma supresión de simpatías, ese mismo apartar las intuiciones o las corazonadas que hacen que los hombres sean preternaturalmente aptos para abordar el estudio del estómago de una araña, es lo que los hace preternaturalmente incapaces para el estudio del corazón del hombre.

Para entender la humanidad se vuelven inhumanos. Muchos hombres de ciencia se jactan de su ignorancia del otro mundo, pero en este asunto su defecto se pone en evidencia, no a partir de su ignorancia del otro mundo, sino de su ignorancia de éste. Pues los secretos de los que se ocupan los antropólogos se aprenden mejor, no a partir de libros o viajes, sino a partir de la relación habitual de unos hombres con otros. El secreto de por qué algunas tribus salvajes adoran a los monos, o la luna, no se descubre siquiera viajando al encuentro de esos salvajes y tomando nota de sus respuestas, por más que el más inteligente de los hombres decida seguir esa vía. La respuesta a ese enigma se halla en Inglaterra; se halla en Londres. Mejor aún, se halla en su propio corazón.

****

Para leer el capítulo completo haga click sobre la imagen del autor.

0 comentarios: