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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

10 de diciembre de 2008

Las grandes herejías (2)




por Hilaire Belloc



Capítulo 2


El esquema de este libro.




n lo que sigue propongo tratar los principales ataques a la Iglesia Católica que han marcado su larga Historia. Excepto en el caso del musulmán y del ataque moderno, confusos pero ubicuos y que aún se hallan en curso, me ocupo de sus fracasos y de las causas de esos fracasos. Concluiré discutiendo las chances de la presente contienda por la supervivencia de la Iglesia en la misma civilización que ella creara y que ahora la está abandonando.
Como todo el mundo sabe, actualmente existe una institución que se autoproclama como la única maestra autoritativa y divinamente designada de la moral esencial y de la doctrina esencial. Esta institución se llama Iglesia Católica.
Más allá de ello, es una verdad histórica admitida y por nadie negada que esa institución, reivindicando esa función, ha estado presente entre la humanidad por muchos siglos. Por antagonismo o falta de conocimientos, muchos niegan la identidad de la Iglesia Católica actual con la sociedad cristiana original. Sin embargo nadie, por más hostil o desinformado que sea, negará su presencia durante al menos mil trescientos o mil cuatrocientos años.
Además es históricamente cierto (aunque no universalmente admitido) que la reivindicación de este organismo en cuanto voz divinamente designada para la formulación de doctrina verdadera sobre cuestiones esenciales al ser humano (su naturaleza, su sufrimiento en este mundo, su condena o su salvación, su inmortalidad, etc.) se encuentra afirmada a través de los siglos precedentes hasta poco antes de la mitad del primer siglo.


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