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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

25 de abril de 2009

Ataque al comando de la VI Brigada y nuestra necesidad de olvidar


Por José Luis Milia


Tomado de Nuevo Encuentro



l ataque del 24 de marzo pasado al Comando de la VI Brigada de Infantería de Montaña, estremeció a la ciudadanía con la consternación lógica que solo un ataque terrorista a una unidad militar puede producir. Muchos vieron en esta algarada una repetición de La Tablada. Hace treinta días fue el ataque. Y hace veinte días al menos que ya nadie habla de eso porque preferimos meter la cabeza en la arena pensando que solo era un tumulto juvenil y no como lo que en realidad fue, un ejercicio de gimnasia revolucionaria.

Por pura y exclusiva pavura hemos querido creer que estas cosas no sucederían más. Como buenos pusilánimes, nos obligamos a olvidar, por comodidad y flojera, que la única política de estado que hoy tiene vigencia en la Argentina es azuzar el odio. Que la única razón que mantiene en pié a este gobierno es provocar un enfrentamiento perpetuo entre los argentinos. Entonces, ¿Porqué sorprendernos que esto pasara?. En todo caso lo asombroso es que no hubiese sucedido antes.


Detrás de los muros de la Brigada no había "represores" pero era la imagen territorial del Ejército Argentino. Era una Unidad de frontera pese a que los blandos, o traidores, nos quieran hacer creer que esa frontera no es lo que era. Era esa Unidad - la VI Brigada - en esa hora tenebrosa e infame que se repite en el País desde hace veinticinco años todos los 24 de marzo, la representación exacta del "monstruo" que ciertos grupos que aun no sabemos a quienes responden - confusa mezcla de ideología y pretendidas "fundaciones empresarias" que tienen como único interés la desaparición de algo que aún llamamos ARGENTINA - le han metido en la cabeza a niños y jóvenes con la complicidad de una heterogénea ralea de cobardes: desde generales, almirantes y brigadieres que suspiran por cambiar, aunque más no sea el color de sus uniformes para que no los crean "represores" hasta una ambigua runfla de civiles -políticos, periodistas, maestros y curas - que buscan hacerse perdonar, quizás, el haber aplaudido alguna vez a una Bandera de Guerra en un 9 de julio.


Al igual que en La Tablada el ataque se produjo, y no es un dato menor, bajo un gobierno constitucional que mira con indisimulado cariño a cuantos gasten sus tiempos en atacar física y espiritualmente a nuestras Fuerzas Armadas. Pero ahí se acaban las equivalencias. No había en Neuquén nada parecido a esa legión de héroes que, encabezados por Horacio Fernández Cutiellos, eligieron la muerte heroica antes que rendir el cuartel, no estaban allí los Oficiales, Suboficiales y Soldados del Ejército Argentino y de la Policía de Buenos Aires que regaron con su sangre el cuartel. Lo único que había allí era un burócrata que había tomado la decisión, menguada e hipócrita, de hacer lo que fuera para conservar un cargo con lo que - sumas en negros y "honores" adyacentes - éste conlleva. Al fin y al cabo, no nos confundamos, solo era un funcionario militar, no un Soldado, más preocupado por lo que le diría la "comandante teresa" si a algunos de sus subordinados se le escapaba un tiro que en defender su cuartel. Tan preocupado que no vaciló, él que debía defender su unidad, en llamar a la Policía del Neuquén para que lo protegieran.


A esto es a lo que tenemos que tenerle miedo, no a los encapuchados que son valientes en montón, porque - y esto es la maravilla de nuestra pobre Patria - el día que estos facinerosos quieran ir más allá de incendiar un cuartel, van a salir, como hace treinta y cinco años atrás, Soldados que, aunque sepan que por nuestra cobardía pueden tener un futuro de Penales Federales no vacilarán en combatir como sus antecesores lo hicieron en Manchalá, en Formosa, en Pueblo Viejo en La Tablada y en Malvinas.

A esto es a lo que tenemos que tenerle miedo, a los cagones que llaman a la Policía para que defiendan lo que ellos no se animan a defender, a los almirantes que aceptan que una rea mal vestida presida la partida de la "Libertad", a los que han hecho o quieren hacer de la vida militar un rastrero concurso de alcahuetes.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando leo estas cosas recuerdo viejos tiempos, quizas nuestros ciudadanos no tengan memoria y es por eso que siguen siendo como zombies, que no ven nada, viven por inercia sin querer ver el negro futuro que nos espera, el terrible daño que estamos provocandoles a nuestros hijos y como si esta Argentina fuera una Bella Durmiente, así espera el principe que la despierte, vendrá alguna vez ese principe y la despertará, y le hará ver lo hermosa y necesaria que es, quizás aun nos quede alguna esperanza, quizas, aunque a veces mis esperanzas hacen agua como en este momento al leer este articulo.

¡¡VIVA LA PATRIA!!!! Y MUERTE A LOS TRAIDORES QUE LA ESTAN VENDIENDO Y CRUCIFICANDO BAJO SUS BANDERAS DE ODIO Y MENTIRAS.

A.T.G.