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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

25 de abril de 2009

El sentido de la Historia (1)


por Nicolás Berdiaev


INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA EDICIÓN

Nicolai Alexandrovich Berdiaev nació en Kiev en 1874, en el seno de una familia de tradición militar, e inició sus estudios en la Academia Militar. Pasó después a la Facultad de Derecho de la Universidad de Kiev, pero en 1898, antes de haber terminado los estudios, fue arrestado y deportado a Vologda, por pertenecer a un círculo socialista. Esta circunstancia vino a truncar para siempre los estudios oficiales de un hombre que, posteriormente, había de revelar una asombrosa instrucción, una amplitud de intereses filosóficos, culturales y sociales más asombrosa todavía, y un extraordinario talento como escritor y publicista.

Al igual que otros muchos jóvenes estudiosos contemporáneos, Berdiaev simpatizó al principio con el marxismo, pero pronto sintió la necesidad de una revisión filosófica del mismo, para lo cual se sirvió de las ideas neokantianas entonces de moda. Una vez superado este estadio, pasó al realismo religioso, sobre todo bajo la influencia de Vladimiro Soloviév, y comenzó a elaborar gradualmente su propia concepción cristiana del mundo, cuya idea dominante y casi obsesiva es la de la libertad creadora.

En 1902, juntamente con Bulgakov (otro ex marxista que volvió a la Ortodoxia y llegó a ser más tarde un teólogo ortodoxo de fama) y otros autores, que luego se hicieron célebres en la filosofía rusa, publica la antología Problemas del idealismo, que anuncia el paso de la «intelligentsia» rusa del marxismo a la investigación filosófica profunda, a la reflexión sobre los problemas morales, y, posteriormente, sobre los religiosos. En 1909 aparece, bajo la égida de Berdiaev, una segunda antología, Vecji que fue como un examen de conciencia de la «intelligentsia» rusa y un manifiesto del renacimiento cristiano; se trataba de un libro celebérrimo, cuyos ecos todavía perduran. En 1918, Berdiaev colabora en una tercera antología, Iz glubiny prohibida por Lenin y de la cual se publicaron clandestinamente unos pocos ejemplares en 1921, que en seguida fueron confiscados. En 1922 fue expulsado de la Rusia leninista junto con una veintena de filósofos que habían mantenido una actitud de resistencia frente al marxismo oficial. Vivió en el exilio, primero en Berlín y luego (a partir de 1925) en París, en donde murió el 24 de marzo de 1948.

Entre la amplia gama de intereses filosóficos de Berdiaev, la filosofía de la historia ocupa un lugar preeminente, tanto por la cantidad de obras dedicadas a ella (El sentido de la historia, La filosofía de la desigualdad, La nueva Edad Media, etc.), como por la temática misma, que aparece en la mayoría de sus escritos. La obra que aquí presentamos fue escrita durante su exilio de Berlín e hizo célebre en Occidente a su autor (fue traducida al francés en 1949). Más que de filosofía de la historia, trata de historiosofía, y busca en las profundidades del ser (de Dios) los orígenes, la razón de ser, las leyes, los avalares, el significado y la finalidad del drama de la historia. Tomando como modelo las «primeras» filosofías de la historia (el Libro de Daniel y la Civitas Dei, de S. Agustín), ve en lo «histórico» la manifestación de lo «metafísico», pone al descubierto las insuficiencias del método «ilustrado» en lo que respecta al estudio de la historia, del cual reconoce los indiscutibles méritos científicos, a la vez que muestra las insolubles aporías. Para Berdiaev, el iluminismo es un momento presente en toda época histórica, un momento dialéticamente inevitable, pero que debe ser superado, si queremos alcanzar una comprensión de la historia. Sin ignorar las reservas de la crítica histórica, Berdiaev se esfuerza apasionadamente por rehabilitar la tradición histórica y el mito como las verdaderas fuentes de la comprensión histórica, con lo cual se anticipa a ciertos autores occidentales, como Jung y Jaspers. Pone de relieve la insuficiencia de la comprensión histórica subyacente al mundo helénico, a la cual contrapone la comprensión judeo-cristiana, y en este punto también es un pionero.

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