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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

28 de septiembre de 2008

Herejes (1)


por G.K.Chesterton



A mi padre

I. Comentarios introductorios sobre la importancia de la ortodoxia


Curiosamente, nada expresa mejor el enorme y silencioso mal de la sociedad moderna que el uso extraordinario que hoy día se hace de la palabra «ortodoxo».

Antes, el hereje se enorgullecía de no serlo. Herejes eran los reinos del mundo, la policía y los jueces. Él era ortodoxo.

Él no se enorgullecía por haberse rebelado contra ellos; eran ellos quienes se habían rebelado contra él. Los ejércitos con su cruel seguridad, los reyes con sus fríos rostros, los decorosos procesos del Estado, los razonables procesos de la ley; todos ellos, como corderos, se habían extraviado. El hombre se enorgullecía de ser ortodoxo, de estar en lo cierto. Si se plantaba solo en medio de un erial ululante era algo más que un hombre; era una iglesia. Él era el centro del universo; a su alrededor giraban los astros. Ni todas las torturas sacadas de olvidados infiernos lograban que admitiera que era un hereje. Pero unas pocas frases modernas le han llevado a jactarse de ello. Hoy, entre risas conscientes, afirma: «Supongo que soy muy hereje»; y se vuelve, esperando recibir el aplauso. La palabra «herejía» ya no sólo no significa estar equivocado: prácticamente ha pasado a significar tener la mente despejada y ser valiente.

Ello sólo puede indicar una cosa: que a la gente le importa muy poco tener razón filosófica. Pues sin duda un hombre debería preferir confesarse loco antes que hereje. El bohemio, con su corbata roja, debería defender a capa y espada su ortodoxia. El terrorista, al poner una bomba, debería sentir que, sea o no otra cosa, al menos es ortodoxo.

Por lo general, resulta una necedad que un filósofo prenda fuego a otro en el mercado de Smithfield por estar en desacuerdo con sus teorías sobre el universo. Eso se hacía con frecuencia en el último periodo de decadencia de la Edad Media, y se erraba por completo en el objetivo. Pero hay algo infinitamente más absurdo y poco práctico que quemar a un hombre por su filosofía, y es el hábito de asegurar que su filosofía no importa, algo que se practica universalmente en el siglo XX, en la decadencia del gran período revolucionario. Las teorías generales se condenan en todas partes: la doctrina de los derechos del hombre se contrapone a la doctrina de la caída del hombre. El propio ateísmo nos resulta demasiado teológico hoy día. La revolución misma es demasiado sistemática; la libertad misma, demasiado restrictiva.

No deseamos generalizaciones. Bernard Shaw lo ha expresado en un epigrama perfecto: «La regla de oro es que no hay regla de oro». Cada vez más nos ocupamos de los detalles en el arte, la política, la literatura.

Importa la opinión de un hombre sobre los tranvías, sobre Botticelli. Pero su opinión sobre el todo no importa.

Puede mirar a su alrededor y explorar un millón de objetos, pero no debe, bajo ningún concepto, dar con ese objeto extraño, el universo, pues si lo hace tendrá una religión, y se perderá. Todo importa, excepto el todo.

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Para leer el capítulo completo haga click sobre la imagen del gordo y alegre escritor, que en mis fueros más íntimos espero sea alguna vez canonizado.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas noches, don Cruzamante!
É uma alegria poder ler a este grande escritor, o colossal Chesterton, neste blog. Eu já havia lido alguns capítulos desta obra em inglês, mas me sinto agraciado em poder ler agora em espanhol, o idioma dos meus antepassados. Quero ainda deixar minhas congratulações pela maravilhosa seleção de textos que V.Sa. dispõe para leitura; tudo que aqui é encontrado interessa e é de grande proveito.
Gracias. Obs.: Não escrevo em castelhano por medo de cometer muitos erros, coisa fácil de acontecer devido a semelhança muitas vezes enganosa entre os dois idiomas.

Anónimo dijo...

Na pressa com que escrevi o comentário sobre Chesterton esqueci de subscrever-me:
Luiz Anaya Melendez, Rio Grande de San Pedro (atual Estado do Rio Grande do Sul, Brasil)
Muchas grácias.

Cruzamante dijo...

Muchas gracias por sus elogiosas palabras.
Conque lo publicado sea de provecho para Ud, me tengo por bien servido.
Un abrazo en Xto Rey

Anónimo dijo...

Querido Cruzamante:
Aunque todas las noche lo veo personalmente, quiero agradecerle públicamente por la elección de esta excelente obra. En lo personal, este corto capítulo me ha abierto la mente para comprender y(¿por qué no?) discutir con el pensamiento moderno, cosa que (aunque mi padre me lo repite día y noche) no hice hasta ahora.
FRO Jr.

Cruzamante dijo...

Para mi jóven amigo FRO Jr:
¡Gran alegría me has dado, y es doble: 1) por leer finalmente algo más que los cuentos cortos de Chesterton y 2)porque te haya hecho pensar, y encima, de yapa, que te haya gustado. Espero que sigas haciéndolo por varias décadas más.
Tuyo en Xto Rey