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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

1 de noviembre de 2008

Cartas a un escéptico en materia de Religión (5)


por el R.P. Jaime Balmes.

Enviada por María Luz López Pérez

Carta IV
Filosofía del porvenir.Descripción de esta filosofía y retrato de los que la profesan. Pasaje de Virgilio. Mr. Jouffroy. El cristianismo y las masas. Mr. Cousin. Pasaje notable de Mr. Pedro Leroux sobre las convicciones de Mr. Cousin. Profecía de Mr. Cousin. El catolicismo no está amenazado de muerte. En los cuatro ángulos del universo está dando señales que acreditan su vida y vigor. Observaciones sobre la decadencia de la fe y de las costumbres. Combátese el error de los que pretenden desalentar con la exageración de semejante decadencia. Reseña histórica de los grandes males que en todas épocas ha sufrido la Iglesia. Su estado actual no es tan desconsolador como algunos creen. Cómo calculan los incrédulos la decadencia de la fe. Conviene no confundir la sociedad con las capitales, ni éstas con algunos círculos muy reducidos. La transición y la perfectibilidad.

Mi estimado amigo:

Mucho me complace que me haya V. ofrecido la oportunidad de manifestarle mi parecer sobre esa filosofía que V. apellida del porvenir; pues que, si bien V. la critica hasta motejarla, traslúcese, no obstante, que no ha dejado de hacerle mella, mayormente en lo que ella dice sobre los destinos del Catolicismo. Llámela V. filosofía del porvenir; y, en efecto, no cabe nombre más bien adaptado para calificar esa ciencia estrambótica que, sin resolver nada, sin aclarar nada, sólo se ocupa en destruir y pulverizar, respondiendo enfáticamente a todas las preguntas, a todas las dificultades, a todas las exigencias, con la palabra porvenir. A juicio de esta filosofía, la humanidad ha errado siempre, yerra todavía en la actualidad; esta filosofía lo sabe, y al parecer es ella sola quien lo sabe: tan grave y magistral es el tono con que lo anuncia.

Demandadle ¿dónde está la verdad, cuándo será dado al hombre encontrarla? En el porvenir. Como se supone, todas las religiones son falsas, todas son obra de los hombres, un ardid para engañar a las masas, un objeto de risa para los sabios, y muy particularmente para los profesores de esa elevada filosofía, únicos que merezcan tal nombre: ¿dónde estará, pues, la religión verdadera? ¿Cuándo podrán los hombres profesarla? En el porvenir. Ningún filósofo alcanzó a descifrar el enigma del universo, de Dios y del hombre; ¿vendrá un día afortunado en que se verifique el hallazgo de la deseada clave? En el porvenir. La organización social y política se ha de cambiar radicalmente, se ignora lo que se ha de substituir a lo que actualmente existe; ¿quién nos ilustrará para resolver acertadamente tan espinoso problema? El porvenir. Las masas populares sufren atrozmente en los países más cultos; la desnudez, el hambre, la más repugnante miseria, contrastan de una manera escandalosa con el lujo y los goces de los potentados y la vita bona de los filósofos; ¿de dónde saldrá el remedio para situación tan angustiosa? Del porvenir. El porvenir para la historia, el porvenir para la religión, el porvenir para la literatura, el porvenir para la ciencia, el porvenir para la política, el porvenir para la sociedad, el porvenir para la miseria, el porvenir para sí mismo, el porvenir para lo presente, el porvenir para lo pasado, el porvenir para todo. Panacea de todas las dolencias, satisfacción de todos los deseos, cumplimiento de todas las esperanzas, realización de todos los sueños; siglo de oro, cuyos radiantes albores, ocultos a los ojos de los profanos, sólo se revelan a algunos espíritus que alcanzaron el inefable privilegio de leer escrita en letras divinas la historia del porvenir. Por esto le saludan con alborozo; por esto se abalanzan a él como niño a los brazos de la madre que le acaricia; por esto atraviesan con irónica sonrisa por en medio de este siglo que no los comprende; por esto vivirían gustosos la vida de los desprendidos filósofos de la Grecia, y se retirarían del mundo a guisa de anacoretas, si no fuera necesaria su presencia para anunciar la verdad, si pudiesen prescindir de la misión que han recibido sobre la tierra. ¡Desgraciados! Víctimas de un destino infausto, no les es dado conceder a su entendimiento todo el vuelo a donde lo ensalzara su profética inspiración; no les es permitido desahogar su pecho con una expansión humanitaria, y, pegados a esa época de barro, se encuentran forzados a vivir en espléndidos palacios, a ocupar elevadísimos puestos, desde donde puedan comenzar a dirigir acertadamente esta sociedad, y no les queda otro consuelo que solazarse algunos momentos, cantando lo que su mente divisa y su corazón augura.
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