por S.E.R. Cardenal Rafael Merry del Val
Capítulo VIII
SU CULTURA Y ELOCUENCIA
SU CULTURA Y ELOCUENCIA
Ninguna fuente de información más digna de crédito sobre los primeros años y educación del Pontífice Pío X que el testimonio del canónigo Marchesan deTreviso, cuidadosamente reunido y publicado en su Vida de Pío X. En dicho volumen, el autor testifica el aprovechamiento de Giuseppe Sarto en el estudio de los clásicos y de la literatura, aprovechamiento que le valió siempre los plácemes de sus profesores, y del que más tarde dio pruebas abundantes en innumerables discursos, alocuciones, sermones y cartas pastorales, no menos que en su correspondencia particular.
Pío X estaba sumido hondamente en el trabajo pastoral, único objeto de su vida, como Párroco, como Obispo y como Supremo Pontífice, para poder dedicar una parte considerable de tiempo a las actividades literarias o artísticas. No obstante, cuando la ocasión se presentaba, revelaba las dotes y los gustos de una mente cultivada, tanto en el campo literario como en el artístico. Había leído mucho. Las Santas Escrituras, la Teología y la Historia parecían ser sus materias preferidas, y aun en medio de las tareas cotidianas y de la incesante labor de su elevado ministerio —lo he comprobado personalmente—, gustaba leer varias obras y mantener contacto con el pensamiento moderno.
Una y otra vez había de sorprenderme con su exacto conocimiento de naciones y pueblos distantes, de sus tradiciones, costumbres y carácter peculiar. De aquí la facilidad que poseía para hacerse cargo de una situación y apreciar los puntos de vista y sentimientos predominantes de países tan distintos del suyo, que nunca había visitado. Sin hacer mención de países cuya información se encuentra más al alcance de una mentalidad occidental, su comprensión, por ejemplo, de las intrincadas cuestiones relacionadas con los eslavos, con su liturgia y sus aspiraciones nacionales, era a veces notable. Debíase esto, sin duda, en gran parte, a los conocimientos adquiridos con el contacto de muchos representantes de aquellas nacionalidades durante los nueve años que residió en Venecia.
Tenía siempre ante su mesa las publicaciones más recientes en italiano y francés sobre los más diversos asuntos. Leía el francés sin la menor dificultad y con verdadero placer, aunque le intimidaba siempre hablar esta lengua, principalmente, presumo, porque no conseguía dominar su pronunciación y acento. No obstante, en algunas ocasiones le oí seguir una conversación privada en este idioma, y una de las veces, precisamente después de la solemne beatificación de Juana de Arco, ante centenares de peregrinos reunidos en San Pedro para su solemne audiencia, los sorprendió gratamente a todos con una larga respuesta en francés al discurso de homenaje que le fue dirigido.
****
Para leer el capítulo completo haga click sobre la imagen del venerado y venerable Cardenal.
0 comentarios:
Publicar un comentario