Por Ismael Medina
Tomado de Vistazo a la Prensa
os atenienses llamaban plaza de la Prostitución a la plaza de la Constitución (Sintagma en griego) desde mucho antes que se produjera el llamado “golpe de los coroneles”, el cual no fue en realidad estrictamente griego. Pero no es cosa de sumergirme ahora en el relato de lo que aconteció y viví sobre el terreno como enviado especial de la Agencia Pyresa, aunque estuviera estrechamente relacionado aquel acontecimiento otanista con la situación que derivó en la doble denominación oficial y popular de la plaza.
La plaza de la Constitución se abría al pie del edificio neoclásico que albergaba el Parlamento, sobre una terraza bajo la cual se adosaba la estela conmemorativa de los muertos por la Patria, custodiada de manera permanente por la Guardia Pretoriana con sus vistosos uniformes de aire tan oriental como los menús en los restaurantes del barrio de Plaka. En uno de los laterales de la plaza se ubicaban dos hoteles de lujo, la miel billetera de cuyos adinerados clientes atraía un enjambre de prostitutas como a moscas hambrientas. Pero no fueron ellas las que dieron nombre popular y alegórico a la plaza Sintagma, sino mero pretexto para encubrir una socarrona alusión al desmadre político que corroía Grecia y del que el Parlamento se consideraba como su más acabada y deleznable manifestación.
La situación estaba caracterizada por un gobierno inoperante, una Administración central y periférica con una pesada y perezosa burocracia que enredaba y retrasaba la prestación de servicios y asistencias sociales, una expansiva corrupción, unos partidos políticos siempre a la greña y cada uno de ellos dispuesto a tomar el poder por las bravas si las urnas les eran adversas, y un monarca incapaz en manos de la ambiciosa y entrometida reina madre Federica. Una ficción democrática, en definitiva, que violaba la Constitución, la convertía en propicio catre de conveniencias y presagiaba lo peor para los griegos.
(Cualquier parecido con lo que ocurre en la República Argentina, debe ser atribuído al azar. Comentario del Cruzamante).
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La plaza de la Constitución se abría al pie del edificio neoclásico que albergaba el Parlamento, sobre una terraza bajo la cual se adosaba la estela conmemorativa de los muertos por la Patria, custodiada de manera permanente por la Guardia Pretoriana con sus vistosos uniformes de aire tan oriental como los menús en los restaurantes del barrio de Plaka. En uno de los laterales de la plaza se ubicaban dos hoteles de lujo, la miel billetera de cuyos adinerados clientes atraía un enjambre de prostitutas como a moscas hambrientas. Pero no fueron ellas las que dieron nombre popular y alegórico a la plaza Sintagma, sino mero pretexto para encubrir una socarrona alusión al desmadre político que corroía Grecia y del que el Parlamento se consideraba como su más acabada y deleznable manifestación.
La situación estaba caracterizada por un gobierno inoperante, una Administración central y periférica con una pesada y perezosa burocracia que enredaba y retrasaba la prestación de servicios y asistencias sociales, una expansiva corrupción, unos partidos políticos siempre a la greña y cada uno de ellos dispuesto a tomar el poder por las bravas si las urnas les eran adversas, y un monarca incapaz en manos de la ambiciosa y entrometida reina madre Federica. Una ficción democrática, en definitiva, que violaba la Constitución, la convertía en propicio catre de conveniencias y presagiaba lo peor para los griegos.
(Cualquier parecido con lo que ocurre en la República Argentina, debe ser atribuído al azar. Comentario del Cruzamante).
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1 comentarios:
Tambien la Plaza de Mayo en Argentina podria llevar ese nombre, ya que enfrente hay un edificio, pintado de rosado como "ciertas casas", en el que (no mucho tiempo-es cierto) se encuentra una dama con esas caracteristicas.
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