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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

9 de septiembre de 2009

9 de Septiembre, Conmemoración de San Gorgonio, Mártir





El que combate en la palestra no es coronado sino cuando lidiare según las leyes.
(2 a Timoteo, 2, 5).


orgonio, chambelán de Diocleciano, viendo un día a su señor torturar a un cristiano, exclamó: "¿De dónde procede, emperador, que de dos hombres culpables del mismo crimen, no has castigado sino a uno solo? La fe de este hombre es la mía; participo de su resolución". Irritado Diocleciano, lo hizo azotar con tal violencia que su carne volaba en jirones; ordenó después que se le echase sal y vinagre en las llagas. Por fin, después de haberlo hecho asar a fuego lento en una parrilla, lo condenó a ser ahorcado.


MEDITACIÓN
SOBRE LA ETERNIDAD

I. Hay una eternidad de dicha o de desgracia para ti; es una verdad que ningún cristiano puede poner en duda. ¿Comprendes esta palabra: Eternidad? ¿Piensas en ella? ¿Trabajas porque sea feliz para ti? ¡Oh eternidad, cuántas soledades pobló tu pensamiento! ¡cuántos santos ha hecho! Día y noche piensa en estas dos palabras: Seré eternamente feliz. o eternamente desgraciado. ¡Eternidad!... ¡Eternamente feliz... o eternamente desgraciado!...

II. El fin de la vida es el comienzo de la eternidad; ya no habrá más tiempo, ya nada podrás hacer ni para ganar el cielo, ni para evitar el infierno. ¡Oh momento de la muerte, momento tremendo, del cual depende una eternidad de dicha o de infelicidad! ¿Cuándo llegará ese momento? Acaso hoy mismo; y, necio de mí, ¡no pienso en él! ¿Por qué no emplear el tiempo que Dios me da en procurarme una eternidad bienaventurada? Medita este lema de un gran prelado: La eternidad depende de un momento.

III. La eternidad es una corona de gloria para los bienaventurados, y una corona de sufrimientos para los condenados. Siempre comenzará y nunca terminará. Los condenados sabrán y creerán que sus suplicios durarán por toda la eternidad, sin descanso, sin interrupción, sin esperanza de consuelo. ¡Eternidad, eternidad! ¡cuán tremendo es tu recuerdo, pero cuán saludable! Pensemos en ella. Nunca adoptaríamos bastantes precauciones cuando es la eternidad la que está en peligro. (San Bernardo).

El pensamiento de la eternidad -

Orad por la conversión de los pecadores.


ORACIÓN

Señor, que vuestro mártir Gorgonio nos favorezca con su intercesión, y nos haga celebrar con gozo su piadosa solemnidad. Por J. C. N. S. Amén.


El mismo día: Nuestra Señora de Aránzazu, Patrona de Guipúzcoa.



50 kilómetros de Vitoria por carretera, escondido en las estribaciones fragosas que separan a las dos provincias hermanas de Guipúzcoa y Alava, se halla situado el célebre santuario mariano de Nuestra Señora de Aránzazu, patrona de Guipúzcoa. El lector que quiera conocer con más exactitud su emplazamiento geográfico no tiene más que trazar sobre el mapa una circunferencia que atraviese las localidades alavesas de Salvatierra y Araya, las navarras de Ciordia y Alsasua, y las guipuzcoanas de Cegama, Legazpia, Oñate, Mondragón y Salinas de Léniz, para venir a cerrarla otra vez en Salvatierra. En el centro aproximadamente de esta circunferencia, en terreno de Guipúzcoa y jurisdicción de la villa de Oñate, se encuentra el santuario de la Virgen de Aránzazu. El escenario es de una orografía impresionante: verdadero dédalo de montañas, peñascales y barrancos. La fábrica del santuario está literalmente colgada al borde del precipicio, cual nido de águilas. Al sur corta el horizonte la ondulante línea de la sierra de Elguea. Al norte y nordeste se prolongan en cadena los macizos de Aloña y del Aizgorri. Entre este último monte y el santuario, a 1.200 metros sobre el nivel del mar, se despliega, a manera de gracioso regazo, la idílica meseta de Urbia, estación prehistórica y zona de pastoreo durante el verano. A pocos kilómetros del santuario discurrían antaño las tres vías o arterias principales por las que Guipúzcoa hacía su comercio con Castilla, a saber: la que pasaba por el túnel natural de San Adrián, muy cerca del punto donde se juntan las tres provincias de Guipúzcoa, Alava y Navarra; la llamada calzada de Calahorra, abierta al socaire del monte de San Juan de Artía, y la del alto de Arlabán, en Salinas de Léniz. Excepto esta última, las otras dos quedaron abandonadas al construirse las modernas carreteras. Mejor dicho, la primera se ha desplazado unos pocos kilómetros al este, y convertida en carretera nacional Irún-Madrid, es la que pasa actualmente por el puerto de Echegárate.
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