Por el R.P. Leonardo Castellani
Los argentinos en su gran mayoría no injurian a Dios de palabra o por escrito, en el sentido de la intención, la cual se refiere evidentemente a los escritos, gestos o dichos impíos, blasfemos y sacrilegos, o sea los actos que directamente envuelven contumelia contra la Divinidad o las cosas a ella relacionadas. Un tiempo hubo la costumbre en Buenos Aires de gritar frases injuriosas a los sacerdotes, hoy bastante remitida, y en muchos barrios enteramente desaparecida. Es cierto que persiste sin embargo, aunque en forma vergonzante e invisible, una superstición con respecto al sacerdote, que manda, so pena de una desgracia innombrable, hacer un gesto bastante obsceno al toparse; superstición procedente del sur de Italia, que es tan maligna e ingeniosa que parece haber sido discurrida por Asmodeo en persona. Es una combinación de pecado contra el 1°, el 4º y el 6º mandamiento. Si la conocen, ustedes me entienden.
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