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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

19 de septiembre de 2009

Libro leído para Usted




Por Víctor Eduardo Ordoñez


Tomado de Revista Mikael Nº6
Revista del seminario de Paraná
Tercer cuatrimestre de 1974









RUBÉN CALDERÓN BOUCHET, Los fundamentos espirituales de la Ciudad Cristiana, editado por C.A.P.I., Mendoza, 1973, 272 pgs.


ste libro, rico y complejo, presenta como dos partes bien definidas, equivaliendo la primera a una larga introducción a la segunda y, si bien en ambas luce una erudición asombrosa, tal vez aquélla sea más propiamente técnica.

En lo que llamamos la introducción se trata de ubicar los basamentos, "los fundamentos espirituales", de la civilización cristiana, para lo cual se actualizan las grandes cuestiones relacionadas con la religión, la revelación, el racionalismo, inspiración sagrada de la Biblia, el romanticismo y la fenomenología como otras tantas ópticas de enfoque de la sacralidad.

El A. se ubica en la posición de un filósofo estricto, no de un hombre religioso, al iniciar su estudio. Esta actitud lo exime de los compromisos del apologista.

Por lo tanto su primera preocupación es demostrar que "lo religioso" no es dé ninguna manera un producto de la fantasía, una extrapolación de la subjetividad, una trampa que el hombre se tiende a sí mismo para ubicarse ante el misterio y para rescatarse de la desesperación. La vivencia de Dios, fundamento de cualquier universo religioso, es eso: una vivencia, una noción viva, presente e inmediata, una dimensión cotidiana. A esta observación se llega sin necesidad de ningún dato revelado. La sociología, la psicología, la historia de las religiones, la experiencia personal misma, nos la proporcionan. Simplemente, nos estamos moviendo por el momento en un plano naturalista.
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