por Nacho Montelácar
Tomado de Foro Santo Tomás Moro
Los “mártires” islamistas, que normalmente detonan un explosivo de forma que puedan alcanzar a otros, toman cierta semejanza con los kamikaze japoneses de la segunda guerra mundial, con la diferencia fundamental de que el honor de los nipones les hacía emplear para este menester a miembros del ejército regular y sólo los empleaban contra objetivos militares. Ninguna de estas dos circunstancias acaece en el caso contemporáneo.
Para no incurrir en el mismo error que la prensa, usaré a partir de ahora la expresión “asesinos suicidas de la Jihad”, que creo más ajustada, por definir los tres componentes que los definen: matan personas en el acto de su suicidio, y lo hacen en nombre de la guerra santa musulmana.
En el Alcorán, en efecto, se promete el paraíso a los combatientes musulmanes que mueran en el transcurso de una guerra contra los infieles. Nada afirma en cambio el libro sagrado de los musulmanes del asesinato de inocentes, mas la ideología islamista se tiñe (irónicamente) con ciertos presupuestos revolucionarios al considerar que los civiles que apoyan a un jefe enemigo son también enemigos, justificando su asesinato. La ausencia de una autoridad religiosa superior en el Islam, y la difusa definición de guerra santa o Jihad, permite a imanes sin escrúpulos organizar redes terroristas cuya fuerza se basa, principalmente, en la actuación de estos asesinos suicidas.
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