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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

5 de febrero de 2009

El pequeño Mundo de Don Camilo (15)


por Giovanni Guareschi

Capítulo 15

La derrota




l duelo a cuchillo que venía durando ya casi un año, terminó con el triunfo de don Camilo, quien llegó a concluir su "Parque de Recreo Popular" cuando a la "Casa del Pueblo" de Peppone le faltaba aún toda la carpintería.


El "Parque de Recreo Popular" resultó una obra de primera: salón de tertulia para representaciones, conferencias y demás actos públicos; pequeña biblioteca con sala de lectura y escritura; superficie cubierta para ejercicios deportivos y juegos invernales. Además, una magnífica extensión cercada, con campo de gimnasia, pista, piscina, jardín de infantes, calesita, columpios, etcétera. Cosas en su mayor parte en estado embrionario, pero lo importante en todo es empezar.Para la fiesta de la inauguración don Camilo había preparado un programa en forma: cantos corales, justas atléticas y partido de fútbol. Porque don Camilo había organizado un equipo sencillamente formidable, y fue éste un trabajo al que dedicó tanto entusiasmo que, echadas las cuentas, al cabo de ocho meses de adiestramiento, los puntapiés que don Camilo había dado a los once jugadores habían sido muchos más que los puntapiés dados por los once jugadores juntos a la pelota.


Peppone sabía todo y tragaba bilis. No podía soportar que el Partido que representaba verdaderamente al pueblo, resultara segundo en el torneo iniciado por don Camilo a favor del pueblo. Y cuando don Camilo le había hecho saber que para demostrar "su simpatía por las más ignorantes capas sociales del pueblo", había generosamente concedido al equipo "Dynamo" la ocasión de medirse con el suyo, el "Gallardo", Peppone palideció, y haciendo llamar a los once muchachos del equipo seccional los puso en fila contra el muro y les espetó este discurso"Jugarán contra el equipo del cura. ¡O vencen o le rompo la cara a todos! ¡Es el Partido el que lo ordena, por el honor del pueblo vilipendiado!"–¡Venceremos! – contestaron los once, que sudaban de miedo.


Cuando lo supo, don Camilo reunió a los hombres del Gallardo y refirió la cosa.–No estamos aquí entre gente grosera y salvaje como esos sujetos –concluyó sonriendo. – Podemos así reaccionar como caballeros juiciosos. Con la ayuda de Dios les meteremos seis goles a cero. No hago amenazas: digo sencillamente que el honor de la parroquia está en las manos de ustedes. Quiero decir, en los pies. Cumpla cada uno su deber de buen ciudadano. Ahora, naturalmente, si hay algún bribón que no se emplea a fondo, yo no haré tragedias como Peppone, que rompe las caras. ¡Yo les pulverizo el trasero a puntapiés!.


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