por el R.P. Leonardo Castellani
CRISTO ES VERDADERO HOMBRE
En la clase pasada dije que Renán había escrito una pentalogía en realidad una heptalogía: son siete obras, siete tomos.
Yo encontré en la Historia de la Literatura Francesa de Tribaudet un capitulo entero sobre Renán y allí nombré cinco obras componentes de la principal obra de Renán. Pero después, una amable señora me mandó las obras de Renán traducidas al castellano y editadas acá en la Argentina por una Editorial Anauta hace unos 40 años. Un libro todo amarillo ya.
Era la época del auge, de la fama de Renán acá. Después se apagó, como les dije el otro día. Entonces, hay dos obras más que yo no sabía y que las voy a leer poco a poco, cuando tenga tiempo. Empecé a leer la vida de Jesús. Es la historia de la persecución de Nerón en los primeros tiempos del cristianismo. La Vida de Jesús la leí durante mis estudios pero no entera porque llegó un momento en que me di cuenta qué era la Vida de Jesús de Renán.
Era una novela histórica, con los datos del Evangelio que él escogió, porque lo que no le convenía él no lo tomaba; y una gran imaginación é información de todo. De literatura antigua, de geografía de la Palestina, de todo. E hizo una novela histórica que se tiene en pie firmemente; de manera que es muy fácil que un hombre que no tenga versación en estas materias (de la exégesis del Evangelio) o bien no tenga mucha fe y lee eso, quede atrapado.
Hay que leer esto como obra de astucia, de insidia. Y ahora lo he vuelto a leer y veo que no me equivoqué. Es una novela histórica como la de "Doña Blanca de Navarra" de Navarro Villoslada, que tiene poquísimos datos acerca de la historia de Blanca de Navarra y hace sin embargo una novela en que uno la ve en vida a la desdichada princesa. Pero no era historia. Y así hay muchas novelas históricas que con pocos o muchos datos históricos del protagonista hacen obras que tienen una fuerza grandísima de persuasión porque parecen vivos los personajes.
Hemos visto la mitad del enjambre de herejías cristológicas que empiezan casi inmediatamente después de la muerte de Cristo, con los Ebionitas que eran judíos, y cuyo nombre significa "pobres", quienes negaban la divinidad de Cristo. Estos Ebionitas llegan —sin proponérselo— a un resultado excelente porque logran que —para combatirlos— San Juan escribiera su Evangelio que es el mejor de todos, tendiendo todo él a mostrar que Cristo era Dios.
Después de las herejías cristológicas que ya hemos visto, vienen las herejías trinitarias, puesto que la afirmación de que Cristo era Dios trae la pregunta: Bueno, ¿entonces Dios bajo del cielo y se hizo hombre? Resulta que una de estas corrientes heréticas que se llamó de los Petripasíanos afirmaba que quien murió en la cruz fue el mismo Padre. Que el mismo Dios que se llamaba Padre bajó y se llamó Hijo, padeciendo en la cruz en la figura de Simón Cireneo.
Las cosas más extrañas inventaron estos herejes. Hubo tantas herejías que ni los historiadores de la Iglesia las saben todas. No quedaron escritos de los herejes, salvo una que otra obra. Conocemos lo que decían por los escritos de los Santos Padres y por las refutaciones que en ellos les hacían.
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