por José Javier Esparza
Tomado de El Manifiesto
odavía hay esperanza. Que sí. Quizá no aquí. Pero sí dentro de usted, y de su pareja, y en el vecino, y… Verá usted: yo había pensado comenzar este diario con alguna aguda reflexión, algún pensamiento brillante, tal vez alguna sentencia desgarrada. Sin embargo, el oportuno comentario de un lector de Elmanifiesto.com me ha procurado un argumento mucho mejor: la vida misma, bajo la forma de un grupo quebequés que canta a la degeneración de nuestro tiempo y, lo que es más importante, anuncia en tono de fiesta el retorno de la regeneración. Pase y vea. ¡Qué envidia!
El grupo se llama Mes Aïeux, que quiere decir “mis antepasados”. El Québec, como usted sabe, es esa fracción del Canadá colonizada por franceses desde el siglo XVI, ocupada por los ingleses a mediados del XVIII y que desde entonces ha tratado de conservar viva su identidad francesa y católica. Esta canción, titulada Degeneración, es un poema a la decadencia moderna vista a través de un linaje familiar. La letra es muy impresionante, sobre todo por lo insólito. Traducida al castellano, dice así:
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1 comentarios:
¡Hermosa reflexión!¡ Mas, se percibe que ya han desàparecido de los 'estímulos' ambientales, que a todos afectan, la búsqueda de las esencias de las cosas; pues, para la 'no-filosofía' de hoy, lo que vivimos es la conclusión de las correspondientes premisas modernistas.
Las mujeres, al decir, de Chesterton, enseguida nos hicimos dactilógrafas, para que 'no' nos dictase nadie! ¡Si nos viera ahora!
Lo que Dios creo con tantos dones de ternura y de 'espíritu de sacrificio: las mujeres, convertidas, por obra de la propaganda, en unos 'encantadores' varoncitos de alma. Esta 'transmutación' mujeril -¿pidan primero que vayan con faldas?, no hay forma de que lo entiendan, y es difícil encontrar faldas-, ¡acaso, no tiene mucho de contranatura! Aunque, deben recordar los varones -los que deben gobernar-, que han abandonado sus puestos, y el ejército del maligno está haciendo su agosto.
¡Los tatarabuelos también, además de danzar, rezaban! Y, no olviden que Carlomagno, Felipe II -cinco horas diarias-, Carlos V rezaban mucho y gobernaban mejor. Lo de la Reina Católica tampoco está mal -aquí Dios eligió a una mujer, en el nacimiento para el cielo del Nuevo Mundo, y todo lo consiguió orando-. Y, Pasteur o Ampère eran religiosísimos
¡Dios nos guarde! ¡La Santísima Virgen nos ampare! ¡Viva Cristo Rey!
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