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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

21 de enero de 2009

Juan Vázquez de Mella


Nombres de oro para una cultura disidente









Tomado de Carlismo Argentino



ada madrugada de miércoles a jueves, nuestro pequeño espacio en la radio española ofrece la biografía de un gran personaje de nuestra historia y su aportación a la cultura de nuestro siglo: Ramiro de Maeztu, Chesterton, C.S. Lewis, Tolkien, Mishima, Charles Peguy, D'Ors, Menéndez Pelayo... El útlimo en vestir nuestro programa fue Vázquez de Mella, icono del tradicionalismo renovador.


Un oyente de La Estrella Polar nos ha pedido que hablemos aquí del pensador y político español Juan Vázquez de Mella. A la mayoría de los españoles de hoy, el nombre de Vázquez de Mella les dirá más bien poco. Alguno lo identificará con una de las plazas de Madrid que sirven de escenario a la fiesta del orgullo gay, pero poco más. Y sin embargo, este hombre ejerció una gran influencia en el pensamiento conservador del siglo XX español. Contemporáneo de los regeneracionistas y de la generación del noventa y ocho, a Vázquez de Mella podemos definirlo como el gran renovador del tradicionalismo hispano. Aunque hoy está prácticamente olvidado –al margen de algunos círculos de devotos-, sin sus ideas no puede entenderse buena parte de nuestro siglo XX.


Vamos a situarnos en Cangas de Onís, en Asturias, cerca de Covadonga, hacia 1861. Es ahí donde nace Juan Vázquez de Mella. Su padre es un teniente coronel retirado, patriota convencido y hondamente religioso. Juan estudia en el seminario asturiano de Valdediós y, después, en la facultad de Derecho de Santiago de Compostela. Ha heredado de su padre el patriotismo y la religiosidad, desde una perspectiva tradicional. En la España de aquellos años, década de los 70 del siglo XIX, eso no podía empujarle más que en una dirección: el carlismo, es decir, la monarquía tradicional, frente a la monarquía liberal.


Recordemos algunas fechas de aquel periodo tan convulso. En 1868, la monarquía de Isabel II ha sido derrocada por una revolución de carácter liberal. Los golpistas organizan unas elecciones, proclaman una Constitución y eligen rey a Amadeo de Saboya. La monarquía de Amadeo durará sólo dos años: sumergida en una permanente crisis, conocerá tres elecciones, seis gobiernos y continuos enfrentamientos, incluidas las insurrecciones de republicanos y carlistas. Amadeo finalmente abdica, las Cortes se reúnen y, contra la Constitución, proclaman la I República. Es 1873 y las cosas no van a hacer más que empeorar: la República carece de apoyo popular, se suceden cuatro presidentes en menos de un año, hay levantamientos cantonalistas, la guerra carlista se recrudece, hay insurrecciones en Cuba… Finalmente, en enero de 1874 el general Pavía da un golpe de Estado y pone el poder en manos del general Serrano. En diciembre de ese año se restaura la monarquía en la persona de Alfonso XII de Borbón, el hijo de Isabel II. Comienza el periodo de la Restauración, basado en la “alternancia controlada” de dos partidos: el conservador de Cánovas y el liberal de Sagasta.

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Para leer el artículo completo haga click sobre la imagen de Vazquez de Mella, (el de anteojos, hombre!!...)

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