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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

21 de enero de 2009

Ortodoxia (6)







por Gilbert K. Chesterton



VI



Las Paradojas del Cristianismo




l verdadero problema con este mundo nuestro no está en que es irracional; ni siquiera está en que es razonable. La clase más común de problema es que resulta casi razonable, pero no tanto. La vida no es algo ilógico; y sin embargo es una trampa mortal para los expertos en lógica. Lo que sucede es que parece un poco más matemático y regular de lo que realmente es. Su exactitud es obvia, pero su inexactitud está oculta; su insensatez está al acecho. Daré un burdo ejemplo de lo que quiero decir. Supongan que una criatura matemática de la luna tuviese que investigar el cuerpo humano. Observaría de inmediato que lo esencial de ese cuerpo es que todo está duplicado. Una persona es, en realidad, dos personas; el de la derecha es exactamente igual al de la izquierda. Después de anotar que hay un brazo a la derecha y otro a la izquierda, una pierna a la derecha y otra a la izquierda, podría continuar investigando y seguiría hallando a cada lado el mismo número de dedos, el mismo número de dedos gordos en los pies, un par de ojos, un par de orejas, un par de agujeros en la nariz y hasta un par de hemisferios cerebrales. Por último, presumiría que es una ley y, al hallar el corazón en un lado, deduciría que hay otro en el lado opuesto. Y justo en ese momento, cuando más creyera que está en lo cierto, estaría equivocado.
Este silencioso desvío de la exactitud por una pulgada es lo que constituye el elemento misterioso que hay en todo. Es como si el universo fuese secretamente traicionero. Una manzana o una naranja son lo suficientemente redondas como para que puedan ser llamadas redondas, pero no son redondas después de todo. La tierra tiene una forma de naranja a fin de tentar a algún astrónomo ingenuo a llamarla globo. La hoja de pasto y la hoja de una espada tienen similitudes que justifican que se las designe por la misma palabra pero, bien miradas, no son iguales. En todas partes hay un elemento subrepticio e incalculable en las cosas. Se le escapa a los racionalistas, pero se les escapa a último momento. De la gran curva que tiene el perfil de nuestra tierra se podría inferir fácilmente que cada pulgada de la misma está curvada de forma idéntica. Parece irracional que un ser humano tenga un hemisferio cerebral a cada lado y no tenga un corazón a cada lado. Y aún así, los científicos continúan organizando expediciones al Polo Norte porque siguen encariñados con la idea de un paisaje plano. Los científicos están también organizando expediciones para encontrar el corazón del hombre y, cuando tratan de hallarlo, por lo general empiezan por el lado equivocado.
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