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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

20 de enero de 2009

La Economía Política y el Cristianismo (5)





por S.E.R. Zeferino Card. González Díaz de Tuñón O.P.



V





asta el último tercio del siglo pasado habíase creído generalmente que la población de los estados estaba en relación con la prosperidad de los mismos, y el acrecentamiento de población era mirado como un barómetro seguro del bienestar, de la abundancia y de la fuerza de una nación. Algunos economistas, sin embargo, comenzaron a vislumbrar que el rápido acrecentamiento de población, lejos de ser la causa y un indicante cierto de la prosperidad nacional, podía por el contrario, llegar a ser origen de males y calamidades sin cuento para los individuos. Los economistas italianos Ricci y Ortiz habían emitido sobre este punto ideas más o menos acertadas, que tendían a destruir el sistema de Smith, el cual identificaba la prosperidad de las naciones con el acrecentamiento de su población. Empero el que dio a conocer toda la importancia de este problema, y fijó sobre él la atención de los economistas y de los gobiernos, fue sin duda Malthus, al publicar su Ensayo sobre el principio de población. [79]Sabido es que Malthus intenta demostrar que, prescindiendo de todo obstáculo, la población tiende a multiplicarse según una progresión geométrica, al paso que la multiplicación de las subsistencias, aun en los países de circunstancias más favorables, no llega a esta proporción. Según nuestro autor, la especie humana se multiplica como los números 1, 2, 4, 8, etc.; pero los medios de subsistencia sólo crecen como los números 1, 2, 3, 4, 5, etc.
Partiendo de esta idea, fundamental en su teoría, Malthus llega a las siguientes afirmaciones: Primera: la población se limita necesariamente por los medios de subsistencia. Segunda: la población crece invariablemente en todas las partes en que crecen los medios de subsistencia al nivel del número de los consumidores, a menos que no impidan su desarrollo obstáculos poderosos o manifiestos. Tercera: cuando se quieren elevar las subsistencias al nivel del número de los consumidores, no se obtiene otro efecto que el multiplicar en mayor escala los mismos consumidores , y es preciso procurar constantemente que la población se mantenga un poco más bajo que su nivel, relativamente a los medios de subsistencia. Cuarta: los obstáculos particulares, y todos los demás que detienen el poder preponderante, forzando la población a reducirse al nivel de los medios de subsistencia, pueden todos ellos reducirse a estos tres puntos: la violencia moral, el vicio y la desgracia. [80]
Aunque no entra en nuestro ánimo, ni en el objeto de estos artículos, examinar la economía de Malthus en el terreno puramente científico, y sí únicamente en sus relaciones con la enseñanza católica, bueno será advertir de paso que la expresada teoría no parece hallársela nuestro juicio, en completa consonancia con lo que la observación y la estadística nos revelan acerca de la progresión relativa de la población en relación con los medios de subsistencia.

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