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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

29 de junio de 2009

Estudio preliminar a la Antología de Vázquez de Mella (2)








por D. Rafael Gambra Ciudad









El legado de Mella


ara penetrar en el pensamiento de Mella es preciso, ante todo, comprender, el sentido en que emplea el calificativo de social, que es, diríamos, la piedra angular de lo que constituye su principal aportación.

Hoy es muy empleado este calificativo, generalmente precedido del artículo neutro -lo social-, que es un modo de sustantivar conceptos sólo oscuramente conocidos y muy equívocamente empleados. Este concepto actual de lo social coincide en un aspecto con el de Mella, pero difiere muy esencialmente en otro y por ello puede ocasionar multitud de equívocos. He aquí, como ejemplo, un párrafo de Mella que podría juzgarse enteramente actual: "(se extiende por España) un movimiento social que nace del impulso de todo un pueblo...; y esa ola social indica que este régimen, estos partidos, estas oligarquías que hoy tienen que transformarse...(3)". Esta frase podría ser citada como un anticipo profético de lo que hoy se llama política social. Coinciden ambos conceptos, además de en una común referencia a la sociedad, en su aspecto negativo, esto es, en su intención crítica respecto del sistema político liberal o individualista.
(3) Vázquez de Mella, Juan. Obras Completas. Junta del Homenaje a Mella, Madrid, 1932, tomo VIII, pág. 202.

El liberalismo que partía, como es sabido, de la bondad natural del hombre, y que propugnaba una organización racional del Estado y de la sociedad, procuró la destrucción de todas las sociedades e instituciones intermedias entre el poder político y el individuo. Eran éstas consideradas como productos irracionales de un pasado medieval, y constituían para los hombres de la Revolución aquella sociedad que, según Rousseau, era causa de la perversión del hombre. Como dice el propio Mella, "la obra política de la Revolución francesa consistió principalmente en destruir toda aquella serie de organismos intermedios - patrimonios familiares, gremios, universidades autónomas, municipios con bienes propios, administraciones regionales, el mismo patrimonio de la Iglesia- que como corporaciones protectoras se extendían entre el individuo y el Estado". Sobre las ruinas de todas estas instituciones que coartaban la libertad del individuo debería elevarse el nuevo Estado racional, con el imperativo de inhibirse de toda otra función que no fuese la meramente negativa de defender la libertad de los individuos.
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