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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

4 de julio de 2009

Al rescate de la verdad





por JEOAP






Tomado del Blog de Cabildo









“Hubo treinta mil desaparecidos por pensar diferente”
Néstor Kirchner (“La Nación”, 12 de marzo de 2004)
“El secuestro lo hacíamos porque no encontrábamos
otra forma para resolver el financiamiento,
pero éramos conscientes del dolor que producíamos”
(…)“Los que se tienen que arrepentir son los que
cometieron terrorismo de Estado”
Gorriarán Merlo (“Noticias”, 13 de marzo de 2004)

CONFUSIÓN




s impresionante comprobar cómo se puede alterar la memoria del inmediato pasado, más allá incluso de las explicables tendencias de quienes lo describen. Tal vez esto se deba no solamente al peso de las ideologías, sino acaso a la influencia de multitud de medios que facilitan la difusión de opiniones que oscurecen la visión histórica, muchas veces servidas de modernas técnicas capaces de apabullar a la verdad.
Aparte de la reflexión científica que interesa a los historiógrafos, el hecho es que los testigos de lo ocurrido —por ejemplo aquí, en la década del setenta— están corriendo el riesgo de desconfiar de sus propias neuronas. La gravedad del problema aconseja pues, apelar a los requisitos del historiador que enseña la misma etimología del término. Conforme a Barcia, en efecto, la palabra historia deriva de histör, el testigo, el que sabe una cosa porque la ve; de donde viene la significación de sabio que tiene el griego “histör”. Sin pretender, por cierto, quedar incluido en la última calificación, uno que ha visto lo que ocurrió en aquellos años con plenitud de criterio y espíritu despierto, no puede menos que sobresaltarse cuando un ministro impone su versión histórica sobre hechos que no presenció; o que ocurrieron cuando —a lo sumo— era un niño.
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