Cuando observé por primera vez esta fotografía(i) sentí una fuertísima impresión. Fue tomada en el piso 69 del Rockefeller Center , en 1932, por Charles C. Ebbets y se llama “Almuerzo en la cima de un rascacielos”. Lo primero que impresiona es la sensación de altura, casi 70 pisos! Llama la atención lo expuestos que están estos hombres a un desenlace fatal: un movimiento en falso, una ráfaga de viento, una pequeña distracción y se enfrentarían inevitablemente a la muerte. Pero ellos están muy tranquillos. Parecen haber perdido la noción del gran peligro. El cuadro desafía el sentido común al presentar un binomio bizarro: sumo peligro, suma despreocupación.
De hecho, a nadie parece preocuparle la situación de extremo peligro en la que están. Es más, todo parece transcurrir normalmente; es como un día más en las vidas de cada uno. Uno le enciende un cigarrillo al compañero, el otro colega conversa con su amigo a la derecha y hasta gira el torso para poder conversar más cómodo. Otro lee un periódico. Distensión, relajo, normalidad, calma. Casi todos conversan, todos disfrutan de una hora de almuerzo tranquila y amena… al borde del precipicio.
Nadie puede negar que este grupo de operarios se acostumbró a vivir “al filo”, a observar el peligro de muerte y la tragedia sin tener la reacción natural del instinto de conservación. Sonriendo, leyendo, fumando. Viven en la delgada línea que divide el terreno de las posibilidades hipotéticas más atroces y la realidad dulcemente plácida… al borde del precipicio.
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