por Ismael Medina
Tomado de Vistazo a la Prensa
E ha celebrado en España con pompa progresista el LX aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aunque no tanto en otros países que la suscribieron igual que si se tratara de los 30 mandamientos de la democracia purificadora. Ha sido leída por bebedores de los néctares del poder con parecida prosopopeya que cada año el Quijote. También la he leído tras tenerla archivada por inservible, inaplicada y vulnerada. Y para confirmar o no si la tan apelada Declaración ha corrido la misma suerte de nuestra Constitución de 1978 a la que dediqué mi crónica de la pasada semana. Pues sí. También la Declaración Universal de los Derechos Humanos la violaron y la violan en su letra quienes la fabricaron, multitud de gobiernos, partidos, sindicatos, covachuelas iluministas y la propia Organización de las Naciones Unidas, a través sobre todo de su Secretaría General, su corrompido centro de poder. Trataré de explicar este juicio que los políticamente correctos considerarán desmedido, cuando no de un nazi-fascista empedernido.
UNA DECLARACIÓN A LA MEDIDA DE DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL
LA Declaración comenzó a gestarse en 1946, todavía con Eurasia en ruinas, el corazón de Europa repartido anticipadamente entre los aliados occidentales y la URRS mediante los acuerdos de Yalta y Postdam y Alemania bajo la bota de las mutuas fuerzas de ocupación, amén de las restantes naciones al este por los ejércitos soviéticos. Los vencedores se aseguraron el derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la casi recién nacida ONU, continuadora de la insolvente y fenecida Sociedad de Naciones de entreguerras. ¿Pero qué se escondía realmente detrás de ambas creaciones y, en concreto, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos?
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UNA DECLARACIÓN A LA MEDIDA DE DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL
LA Declaración comenzó a gestarse en 1946, todavía con Eurasia en ruinas, el corazón de Europa repartido anticipadamente entre los aliados occidentales y la URRS mediante los acuerdos de Yalta y Postdam y Alemania bajo la bota de las mutuas fuerzas de ocupación, amén de las restantes naciones al este por los ejércitos soviéticos. Los vencedores se aseguraron el derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la casi recién nacida ONU, continuadora de la insolvente y fenecida Sociedad de Naciones de entreguerras. ¿Pero qué se escondía realmente detrás de ambas creaciones y, en concreto, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos?
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